28 septiembre 2006

El ‘Homo videns’ de un intelectual combativo (Giovanni Sartori) o de cómo emplear el pensamiento para cambiar el mundo

Artículo de Concha Mateos Martín
Doctoranda en Ciencias de la Información en la Universidad de La Laguna

Si abres el libro de Giovanni Sartori ‘Homo videns. La sociedad teledirigida’ (1), estate atento a los dos brazos que van a saltar de entre sus páginas para cogerte por los hombros y zarandearte un poco mientras en el aire titilen advertencias de este talante: ¡Vamos, chaval! ¿es que no te das cuenta? Espabila un poco, desamodorra tu sensibilidad intelectual, que se está desquebrajando la fibra que nos permite ahora mismo a ti y a mí conversar a través de este texto, aunque estemos lejos, aunque alguno de nosotros esté muerto.
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El ‘Homo videns’ de un intelectual combativo (Giovanni Sartori) o de cómo emplear el pensamiento para cambiar el mundo

La opinión teledirigida por Giovanni Sartori

Versión abreviada del capítulo 2 de Homo Videns


La televisión destaca por una cosa: entretiene, distrae, divierte. Cultiva el homo ludens. Pero la televisión también impregna toda nuestra vida, se afirma incluso como demiurgo. Tras formar a los niños, sigue formando, o influyendo, a los adultos "informándoles". Informándoles, en primer lugar, de noticias (más que de nociones), es decir, anunciando lo que sucede en el mundo, tanto cercano como lejano. La mayor parte de estas noticias terminan por ser deportivas, de sucesos, de crónica rosa (o lacrimógena) y de catástrofes. Lo que no quita que las noticias de mayor repercusión, de mayor importancia objetiva, sean las informaciones políticas, las informaciones sobre la polis (la nuestra y la de otros). Saber de política es importante, aunque a muchas personas no les interese, porque la política condiciona nuestro vivir y nuestro convivir. La ciudad cruel nos encarcela, nos hace poco o nada libres; y la mala política —incluida la política económica— nos empobrece (cfr. Sartori, 1993, pp. 313-316).
El término videopolítica (un término acuñado tal vez por mí)1 comprende sólo uno de los múltiples aspectos del poder del video: su incidencia en los procesos políticos mediante una transformación radical del "ser político" y de la "administración de la política". La videopolítica no es una prerrogativa de la democracia. El poder del video también está a disposición de las dictaduras. Pero aquí sólo me ocuparé de la videopolítica en los sistemas liberaldemocráticos, es decir, en los sistemas que se fundan en elecciones libres. La democracia ha sido definida con frecuencia como un gobierno de opinión (Dicey, 1914, por ejemplo), y esta definición deviene pertinente con el nacimiento de la videopolítica. Porque es cierto que la televisión es una fuente importante de creación de opinión. En la actualidad, el pueblo soberano "opina" sobre todo de acuerdo con la forma con la que la televisión le induce a opinar. El poder del video se convierte en el centro de todos los procesos de la política contemporánea por su capacidad de orientar la opinión.
La televisión condiciona el proceso electoral, tanto en la elección de los candidatos,2 como en su modo de combatir la disputa electoral, como en la posibilidad de que triunfe el ganador. Asimismo, la televisión condiciona, o puede condicionar, un gobierno, es decir, las decisiones de un gobierno: lo que puede hacer un gobierno, o dejar de hacer, o decidir qué va a hacer.
La formación de la opinión
Si la democracia es un sistema de gobierno guiado y controlado por la opinión de los gobernados, entonces la pregunta que debemos plantearnos es: ¿cómo nace y cómo se forma la opinón pública? Casi siempre o, por lo menos, con mucha frecuencia, la opinión pública es un "dato" que damos por descontado. Existe y basta. Es como si las opiniones de la opinión pública fueran, como las de Platón, ideas innatas. Opinión pública es, en primer lugar, una ubicación, una colocación: es el conjunto de opiniones que se encuentran en el público o en los públicos. Pero la noción de opinión pública es también, y sobre todo, el conjunto de opiniones generalizadas del público, opiniones endógenas, que son del público porque su sujeto real es el público. Y se denomina pública no sólo porque es del público sino también porque incluye la res publica, la cosa pública, es decir, los argumentos que son de naturaleza pública: el interés general, el bien común, los problemas colectivos.
Merece la pena subrayar que es correcto decir "opinión". Opinión es doxa, no es epistème, no es saber y ciencia; es sencillamente un "parecer", una opinión subjetiva que no necesita ser demostrada.3 Las matemáticas, por ejemplo, no son una opinión. Dicho de otra manera, una opinión no es una verdad matemática. Las opiniones son convicciones débiles y variables. Si se convierten en convicciones profundas y profundamente arraigadas, entonces se transforman en creencias (y el problema cambia). De todo lo dicho anteriormente se deduce que es fácil desmontar la objeción de que la democracia es imposible porque el pueblo "no sabe". Dicha objeción puede ser válida respecto a la democracia directa; respecto a un demos que se autogobierna y, además, gobierna solo. Pero la democracia representativa no se caracteriza por ser un gobierno del saber sino por ser un gobierno de la opinión, fundado en un público sentir de res publica. Lo que equivale a decir que a la democracia representativa le basta, para existir y funcionar, que el público tenga opiniones propias; y nada más, pero también —precisemos— nada menos.
Entonces, ¿cómo se forma una opinión pública autónoma que sea realmente del público? Es claro que este proceso de opinar debe estar expuesto a flujos de información sobre el estado de la cosa pública. Si fuera "sordo", demasiado cerrado y demasiado preconcebido respecto a la situación de la res publica, entonces no serviría. Pero, por otra parte, cuanto más se abre y expone la opinión pública a flujos de informaciones exógenas (recibidas del poder político o de los medios de información de masas), más riesgos corre de convertirse —como decía Riesman— en opinión pública "heterodirigida". Cuando eran fundamentalmente los periódicos los que plasmaban la opinión pública, el equilibrio entre opinión autónoma y opiniones heterónomas (heterodirigidas) estaba garantizado por la existencia de una prensa libre y múltiple, con muchas voces. La llegada de la radio no alteró este equilibrio de forma sustancial. El problema surge con la televisión y debido a su capacidad de suplantar la reflexión por la imagen.
Cuando prevalece la comunicación lingüística, los procesos de formación de la opinión no se producen desde arriba hacia abajo; se producen "en cascada", o mejor dicho, como en una sucesión de cascadas interrumpidas por concavidades en las que las opiniones se mezclan (de acuerdo con un modelo formulado por Deutsch, 1968). Además, las cascadas se complementan y se contraponen a ebulliciones que provienen del fondo; e incluso a resistencias y viscosidades de naturaleza varia.4
Pero la fuerza perturbadora de la imagen rompe el sistema de reequilibrios y retroacciones múltiples que habían instituido progresivamente, a lo largo de casi dos siglos, los estados de opinión difusos, identificados, desde el siglo XVIII en adelante, con el término "opinión pública". La televisión es invasora porque supera a los denominados líderes intermedios de opinión y porque anula la multiplicidad de "autoridades cognitivas" que establecen de forma diferente, para cada uno de nosotros, en quién creer, quién es digno de crédito y quién no lo es.5 Con la televisión la autoridad reside en la visión misma: es la autoridad de la imagen. No importa que las imágenes puedan engañar aún más que las palabras, como veremos más adelante. Lo importante es que el ojo cree en lo que ve; y, por tanto, la autoridad cognitiva más auténtica es lo que se ve. Lo que se ve parece "real", y puede ser considerado como verdad.
He observado anteriormente que a la democracia representativa le basta, para funcionar, que exista una opinión pública que sea realmente del público.6 Pero cada vez esto es menos frecuente, ya que la videocracia está fabricando una opinión masivamente heterodirigida que refuerza en apariencia, pero que vacía sustancialmente, la democracia como gobierno de opinión. Porque la televisión se muestra como portavoz de una opinión pública que es en realidad el eco de su propia voz. Herstgaard ha escrito: "Los sondeos de opinión mandan. Continuamente se pregunta a 500 estadounidenses para que nos digan, a los otros 250 millones de estadounidenses, lo que debemos pensar".7 Y es falso que la televisión se limite a reflejar los cambios en curso en la sociedad y en su cultura. En realidad, la televisión refleja cambios que, en gran medida, promueve e inspira.
Menos información
El mérito casi indiscutible de la televisión es que "informa". Por lo menos esto es lo que nos dicen. Pero aclaremos antes ese concepto. Informar es suministrar noticias, incluyendo las noticias sobre nociones. Se puede estar informado sobre acontecimientos pero también sobre el saber. Aún así, hay que precisar que información no es conocimiento, no es saber en el sentido heurístico de la palabra. Por sí misma la información no es comprensión: se puede estar muy informado sobre muchas cosas y, al mismo tiempo, no entenderlas. Es correcto, por tanto, afirmar que la información suministra sólo nociones. Lo cual no es en sí mismo un mal. Incluso el saber mediante nociones contribuye a la creación del homo sapiens. Pero si no se debe despreciar el saber nocional, tampoco hay que sobrevalorarlo. Acumular nociones no es siempre entenderlas.
Se debe subrayar también que la importancia de las informaciones es variable. Muchas informaciones son sólo frívolas, sobre sucesos sin importancia, o tienen un valor de puro y simple espectáculo. Es decir, están desprovistas de cualquier valor o relevancia "significante". Otras informaciones son, por el contrario, objetivamente importantes porque son informaciones que van a crear una opinión pública sobre problemas públicos, sobre problemas de interés público. Y cuando hablo de subinformación o de desinformación se debe entender que me estoy refiriendo a la información de "relevancia pública". La televisión informa poco o mal respecto a ese tipo de información (y no respecto a las noticias deportivas, de crónica rosa o de sucesos). Pero es necesario distinguir entre subinformación y desinformación. Por subinformación entiendo una información insuficiente que empobrece la noticia sobre la que se informa; o incluso una falta de información, la pura y simple eliminación de nueve noticias de cada diez. La subinformación es una reducción excesiva. Por desinformación entiendo una distorsión de la información, una información manipuladora que induce a engaño al oyente. Pero nótese: no siempre la manipulación de la información es premeditada; muchas veces refleja una deformación profesional. Y esto la hace menos culpable pero también más peligrosa. La distinción es analítica, sirve para realizar un análisis claro y preciso del problema. La subinformación y la desinformación tienen zonas de superposición y se mezclan entre sí, pero esto no nos impide examinarlas por separado.
La difusión de la información que se presenta como tal se produce en el periódico. El término inglés newspaper declara exactamente su propia naturaleza: folio o papel "de noticias". El italiano giornale subraya el aspecto de lo cotidiano: algo que aparece todos los días. Pero la información de masas propiamente dicha nace con la llegada de la radiofonía. El periódico excluye eo ipso el analfabeto que no lo puede leer, mientras que la voz de la radio llega incluso a quien no sabe leer ni escribir. A esta extensión cuantitativa se corresponde un empobrecimiento cualitativo (salvo cuando la comparación se hace con los tabloides de carácter escandaloso). En cualquier caso, existe siempre una diferencia entre periódico y radio. Y es ésta: puesto que la radio habla incluso a quien no lee, la radio debe simplificar más y debe ser, por lo menos en los noticiarios, más breve. Se puede afirmar que la radio complementa el periódico.
¿Y la televisión? Admitamos que la televisión informa más que la radio puesto que llega a una audiencia más amplia. Pero la progresión termina aquí. Porque la televisión da menos información que cualquier otro medio de comunicación. Además, lo que cambia de manera radical es el criterio de selección de las informaciones o entre las informaciones. La información importante es la que se puede filmar; y si no hay nada que filmar no existe la noticia, no se produce la noticia, no es una noticia "videodigna". La fuerza de la televisión —la fuerza de hablar con imágenes— es también su mayor obstáculo. Los periódicos y la radio no tienen el problema de estar en el lugar del acontecimiento. Sin embargo, la televisión lo tiene. Lo tiene limitadamente. No tiene, o no tendría, necesidad de exagerar. No es que todas las noticias necesiten a la fuerza el apoyo de las imágenes. El problema de encontrarse en el lugar del acontecimiento es en parte un problema que se ha creado la propia televisión (y que provoca su crecimiento excesivo).8 Durante un cierto tiempo, los telediarios fueron sobre todo lecturas de noticias hechas en el estudio. Posteriormente, alguien descubrió que la misión, el deber de la televisión era "mostrar" las cosas de las que se hablaba. Y este descubrimiento marcó el inicio de la degeneración de la televisión. Porque es éste el descubrimiento que ha "aldeanizado" la televisión en el sentido exactamente opuesto al indicado por McLuhan: limita la televisión a lo cercano (a las aldeas cercanas) y abandona las localidades y los países difíciles o demasiado caros de alcanzar para un equipo televisivo.
Muchos habrán notado que en la televisión cada vez son más abundantes las noticias locales-nacionales y más reducidas las noticias internacionales. Aún peor, o peor que nunca, habrán notado que la televisión ha adoptado como principio la obligación de "mostrar" visualmente, la exigencia de tener imágenes de todas las noticias. Lo que se traduce en una inflación de imágenes vacías, de imágenes de acontecimientos tan insignificantes como artificialmente hinchados. Al final, sucede que terminan por contarnos las elecciones en Reino Unido o en Alemania rápidamente, en 30 segundos, cuando tenemos suerte. Tras lo cual, llegan unas imágenes de un pequeño pueblo que deben justificar su costo con una retransmisión de dos o tres minutos; o unas imágenes de alguna historia lacrimosa (la madre que ha perdido a su niña entre la multitud) o truculenta (de algún asesinato), cuyo valor informativo y formativo de opinión es prácticamente nulo. De la media hora que duran los telediarios actuales, dedican 20 minutos a producirnos un hartazgo de crónicas triviales y de noticias que existen sólo porque han sido elegidas e inventadas por la cocina de los noticiarios. ¿Es esto información? Sí, incluso la noticia sobre la muerte de una gallina a causa de un alud puede ser llamada información. Pero es una información no digna de mención.
La obligación de "mostrar" produce además el deseo o la exigencia de "mostrarse". Y de esta forma se produce el seudoacontecimiento, el acontecimiento que existe sólo porque hay una cámara que lo graba. El seudoacontecimiento es el acontecimiento fabricado por la televisión y para la televisión. A veces esta fabricación está justificada. Pero siempre resulta un "hecho falso", expuesto a serios abusos y fácilmente transformable en verdadera desinformación. El problema es, insisto, que la producción de seudoacontecimientos o la caída en lo trivial y en lo insignificante no se debe a ninguna necesidad objetiva, a ningún imperativo tecnológico. Se podría utilizar la información televisiva mucho mejor. Pero, una vez dicho esto, es necesario constatar que la fuerza de la imagen aprisiona la imagen. Para darse cuenta de esto, es suficiente comparar la información escrita del periódico con la información visual de la televisión.
El hombre de la cultura escrita, de la era de los periódicos, leía al día unos quince acontecimientos significativos (nacionales e internacionales) y digamos que cada uno de esos acontecimientos estaba desarrollado, por lo general, en una columna periodística. En los telediarios las noticias se reducen a la mitad y con tiempos de retransmisión que a veces descienden a uno o dos minutos. La reducción-restricción es gigantesca; y lo que desaparece en esa restricción es el enfoque del problema al que se refieren las imágenes. Porque la imagen es enemiga de la abstracción, y explicar es un discurso abstracto. Como he dicho más de una vez, los problemas no son "visibles". Y la imagen que privilegia la televisión es la que "conmueve" a nivel de sentimientos y emociones: asesinato, violencia, enfrentamientos con armas, arrestos, protestas, quejas; o si no terremotos, incendios, inundaciones y accidentes.
En resumen, la imagen nos aprisiona en la imagen. Para el hombre vidente (y nada más) lo no visto no existe. La amputación es tremenda, agravada por el por qué y el cómo la televisión elige esa imagen especial entre 100 o mil acontecimientos igualmente dignos de consideración. A fuerza de subinformar, privilegiando e hinchando al mismo tiempo las noticias locales, se termina por perder de vista la amplitud del mundo y casi dejar de interesar. La CBS ha comentado con toda tranquilidad: "Es simplemente una cuestión de preferencia de los oyentes. El nivel de audiencia aumenta con acontecimientos como terremotos y huracanes". Este comentario es terrible por su miopía y cinismo: atribuye al público las culpas que son, por el contrario, de los medios de comunicación. Si el hombre de la calle no sabe nada del mundo, es evidente que no se interesará por él. En principio, incluso la información (como leer) "cuesta" trabajo. Informarse exige una inversión de tiempo y de atención que gratifica (es un precio que compensa) sólo cuando la información almacenada llega a una masa crítica preparada para recibirla. Para amar la música es necesario saber un poco de música: de otra forma, la música de Beethoven se convierte en ruido. Para que guste el futbol es necesario entender las reglas del juego. Para apasionarse con el ajedrez es necesario conocer las jugadas. De forma análoga, en política y en los asuntos internacionales el que ha superado el "umbral crítico" capta inmediatamente las noticias del día, porque entiende al vuelo su significado e implicaciones. Pero quien no dispone de un "almacén" informativo debe hacer un esfuerzo, no comprende de la misma manera, y por tanto se aburre.
Antes de que llegase la televisión, el público se interesaba por las noticias internacionales, y lo demuestra el hecho de que los periódicos las publicaban. Ahora se interesa cada vez menos. ¿Por qué? ¿Se ha atrofiado el público por sí solo? Claro que no. Sin duda la prensa escrita alimentaba intereses y curiosidades que la videopolítica ha apagado.
Más desinformación
La desinformación propiamente dicha no es informar poco (escasamente), sino informar mal, manipular. Anticipo que, al menos en parte, la desinformación televisiva es involuntaria y, en cierto modo, inevitable. Constato además que la aldea global de McLuhan es "global" sólo en parte, por lo que en realidad no es global. La telecámara entra con facilidad y libremente en los países libres; entra poco y con circunspección en los países peligrosos; y no entra en absoluto en los países que no son libres. La consecuencia es que cuanto más tiránico y sanguinario es un país, la televisión más lo ignora y por lo tanto lo absuelve.
No se puede imputar a la televisión que no muestre lo que no puede mostrar. Pero lo que sí se debe imputar a la televisión es que avale y refuerce una percepción del mundo basada en dos pesos y dos medidas, y por lo tanto injusta y deformante.
Hasta ahora hemos analizado manipulaciones que son fruto de un mundo visto parcialmente y que son, por lo tanto, manipulaciones de lo no visto. Pasemos a otros tipos de desinformación. He hablado antes sobre la fabricación de seudoacontecimientos. Pero respecto a otros tipos de desinformación es algo nimio. Me referiré ahora a las manipulaciones informativas más relevantes, y empezaré por las estadísticas falsas y por las entrevistas casuales. Por estadísticas falsas entiendo resultados estadísticos que son "falsos" por la interpretación que se les atribuye. Incluso la prensa se ejercita ahora en este género de falsedades; pero es la televisión la que las ha impuesto a todos (incluida la prensa) como dogmas. Porque para la televisión los cuadros estadísticos (simplificados y reducidos al máximo) son como el queso para los macarrones. Con cuadros y porcentajes se puede condensar todo en pocas imágenes; en imágenes que parecen de una objetividad indiscutible. En las estadísticas hablan las matemáticas. Y las matemáticas no son una banalidad. Las matemáticas no. Pero la interpretación de un resultado estadístico, sí.
A las estadísticas falsas hay que añadir, como factor de distorsión, la entrevista casual. El entrevistador al que se le manda rellenar un acontecimiento (e incluso un no acontecimiento) con imágenes sale a la calle y entrevista a los transeúntes. Así, finalmente, es la voz del pueblo la que se oye. Pero esto sí que es un engaño. Dejemos aparte el hecho de que esas entrevistas están siempre "cocinadas" con oportunas distribuciones de síes y noes. El problema es que el "azar" de las entrevistas casuales no es una casualidad estadística, porque el transeúnte no representa nada y a nadie: es sólo su punto de vista. En algunos casos, las entrevistas casuales producen animación. Pero cuando se trata de problemas serios, generalmente son formidables multiplicadores de estupidez. Dichas en el video, las estupideces crean opinión: las dice un pobre hombre que balbucea con dificultad, y al día siguiente las repiten decenas de miles de personas.
Además de alimentarse de falsas estadísticas y de entrevistas casuales, la desinformación también se alimenta de dos distorsiones típicas de una información que debe ser a toda costa excitante: el premio a la extravagancia y el predominio del ataque y la agresividad. Sobre el primer aspecto me limito a observar que las posiciones extremas, las extravagancias, los "exagerados" y las exageraciones tienen garantizada su aparición en la pantalla. Cuando más estrafalaria es una tesis, más se difunde y se le da publicidad. Las mentes vacías se especializan en extremismo intelectual para adquirir notoriedad (difundiendo vaciedades). El resultado de todo esto es una increíble y absurda selección a la inversa. Salen a flote los charlatanes, los pensadores que no valen dos duros, los que practican la novedad a toda costa; y se quedan en la sombra las personas serias y reflexivas, lo cual en realidad es servir a un "interés mal entendido". El otro aspecto es el predominio del ataque y la agresividad.
La televisión llega siempre con rapidez al lugar en donde alguien protesta, se manifiesta, ocupa edificios, bloquea carreteras y líneas ferroviarias, ataca.9 Se dirá: sucede así porque el ataque es espectáculo, y la televisión es espectáculo. En parte es así. Pero el mundo real no es es espectáculo; y quien lo disfraza de esta guisa deforma los problemas y nos desinforma sobre la realidad de la peor manera posible.10 El aspecto más grave de esta preferencia espectacular por el ataque es que viola en sus raíces el principio de toda convivencia civil, el principio de "escuchar a la otra parte". Si se acusa, se debe escuchar al acusado. Si se bloquean carreteras y trenes, se debe escuchar y mostrar a los perjudicados, a los inocentes que viajan. Casi nunca sucede esto. Generalmente, la televisión recoge sólo la voz de quien ataca. De este modo la protesta se convierte en un protagonista desproporcionado que siempre se sale con la suya (incluso cuando está completamente equivocado). Es positivo escuchar las exigencias, las quejas y las denuncias. Pero para servir de verdad a una buena causa, y hacer justicia, es necesario que la protesta esté tratada con imparcialidad. Donde hay una acusación debe haber también una defensa. Si quien ataca sale en pantalla, también debe salir el atacado. Pero el ataque es "imagen" y sorprende; la defensa es, por regla general, razonamiento. Dios nos coja confesados. El video nos llena de manifestaciones, pancartas, gente que grita, que lanza piedras e incluso cocteles molotovs, y tienen siempre razón (en las imágenes que vemos) porque a su voz no se contrapone otra voz.11 Se diría que en el código de la televisión está escrito inaudita altera parte. Y ya se ha convertido casi en norma que el entrevistador deba "simpatizar" con sus entrevistados (por lo que un asesino se convierte en un "pobre" asesino que nos debe conmover). Pero éste es un mal código de una mala televisión.
Concluyo con esta pregunta: ¿valía la pena distinguir —como se ha hecho hasta ahora— entre información, subinformación y desinformación? Para los videoniños crecidos en el negropontismo,12 el problema está resuelto incluso antes de ser planteado. Es más, los negropontinos ni siquiera entienden la pregunta. Para mí, informar es comunicar un contenido, decir algo. Pero en la jerga de la melaza mediática, información es sólo el bit, porque el bit es el contenido de sí mismo. Es decir, todo lo que circula en la red es información. Por tanto, información, desinformación, verdadero, falso, es todo lo mismo. Incluso un ruido, una vez que está en la red, se convierte en información. El problema se resuelve vaporizando la noción de información y diluyéndola sin residuo en un comunicar que es únicamente "contacto". Quien se aventura en la red y se permite comentar que un ruido no informa, o que una información falsa desinforma, es (para Negroponte y los suyos) un probrecito que todavía no ha entendido, un residuo de una "cultura pasada", muerta y enterrada. Cultura a la que yo estoy encantado de pertenecer.
Incluso la imagen miente
Es difícil negar que la subinformación y la desinformación son el negativo de la televisión. No obstante —se rebate—, la televisión triunfa sobre la información escrita porque "la imagen no miente". No miente, no puede mentir, porque la imagen es la que es, y habla por sí sola. Si una cosa está fotografiada, esa cosa existe, y es tal como se la ve. No cabe ninguna duda de que los noticiarios de la televisión dan al espectador la impresión de que lo que ve es verdad: de que ve los acontecimientos tal como suceden. Y, sin embargo, no es así. La televisión puede mentir y falsear la verdad como cualquier otro medio de comunicación. La diferencia radica en que la "fuerza de autenticidad" connatural a la imagen hace la mentira más eficaz y, por tanto, más peligrosa.
La videopolítica encuentra su sede óptima en los denominados talkshows, dirigidos en EU y en Reino Unido por periodistas realmente inteligentes e independientes. En el debate bien dirigido, a quien miente se le contradice inmediatamente. Pero es porque en los talkshows (la misma palabra lo dice) se habla, y porque en este contexto la imagen pasa a segundo plano. Es siempre importante, porque hay rostros que en televisión no resultan agraciados porque hay personas poco telegénicas. Pero lo importante es siempre lo que se dice y cómo se dice. Por desgracia, la televisión que nos informa correctamente es una televisión atípica. La típica está totalmente centrada en la imagen. Y lo que se nos muestra —repito— puede engañarnos. Una fotografía miente si es producto de un fotomontaje. Y la televisión de los acontecimientos, cuando llega al espectador, es siempre un fotomontaje.
Pero procedamos ordenadamente. He dicho antes que la frontera entre subinformación y desinformación es porosa. Lo mismo vale para las falsedades televisivas. En ciertos casos son poco importantes y pueden ser atribuidas a una información insuficiente. En otros casos son graves, pero a veces es difícil establecer si una falsedad es el resultado de una desinformación o de una manipulación deliberada, de un deseo de engañar. Incluso aquí se producen zonas de superposición. En general, la visión en video siempre falsea un poco porque descontextualiza, porque está basada en primeros planos fuera de contexto. La verdad es que para falsear un acontecimiento narrado con imágenes son suficientes las tijeras. Además no es verdad que la imagen habla por sí sola. Se nos muestra una persona asesinada. ¿Quién la ha asesinado? La imagen no lo dice; lo dice la voz de quien tiene en la mano el micrófono; y si el locutor quiere mentir, o se le ordena que mienta, ya está todo hecho
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Notas
1 Cfr. Sartori (1989). Cuando hablo de video me estoy refiriendo a la superficie del televisor en la que aparecen las imágenes. Esta es también la acepción etimológica del término, puesto que video es un derivado del latín videre, ver. La acepción técnica inglesa del término es diferente: video es la película (o la cinta) sobre la que se graba y de la que se extraen las imágenes (como en las expresiones videotape o videocasete). Pero no debemos someternos a la estupidez de quien inventa las palabras sin ton ni son, por lo que insisto: video es la superficie en la que vemos. 2 Paradójicamente, cuanto más democrática es la elección de los candidatos, es decir, basada como en EU en elecciones primarias, más decisiva (y distorsionadora) es la televisión (cfr. Orren y Polsby, 1987). No hay que olvidar que también influye en las elecciones partitocráticas de los candidatos. 3 Cfr. en contra de Habermas, el cual sostiene que Locke, Hume y Rousseau acuñaron el término "opinión pública" falseando e interpretando la doxa platónica como juicio racional. La tesis no está justificada puesto que todos los autores de la Ilustración conocían perfectamente el griego. Dijeron "opinión" a pesar de que sabían que doxa era, en la tradición filosófica, lo contrario de verdad objetiva. 4 Las opiniones de cada uno remiten a grupos de referencia, por lo que no derivan sólo de mensajes informativos sino también de identificaciones (son opiniones sin información y poco penetrables). También hay opiniones relacionadas con los gustos de cada uno; y como se sabe, de gustibus non est disputandum (cfr. Berelson, et al, 1954). 5 Para profundizar sobre estos problemas remito a Sartori (Opinión pública, capítulo VIII, 1995). 6 El problema está reforzado por la idea de opinión pública "colectiva" (cfr. Page y Saphiro, 1993); pero ni siquiera esta opinión agregada puede evitar la erosión que describo. 7 Cit. en Glisenti y Pesenti, p. 145, 1990. 8 La ley de Parkinson (Parkinson, 1957) prevé el crecimiento automático de las burocracias independientemente de cualquier necesidad objetiva, sólo por mecanismos internos de proliferación, algo que puede aplicarse al crecimiento del personal de la televisión. 9 De esta forma se alimentan los seudoacontecimientos en los que la televisión crea la protesta. Quien quiere protestar por algo, primero va a la televisión para pedir que se le grabe. Lo han admitido los productores de leche que han bloqueado durante mucho tiempo al aeropuerto milanés de Linate: bloqueamos carreteras y aeropuertos para que "sea noticia". En casos como éste, la televisión promueve ejemplos negativos y perjudica. 10 La creciente dificultad de la política (Sartori, pp. 157-165, 1996) se inscribe en este contexto. Como ha notado Michael Robinson, "el desapego entre público y gobierno empezó a crecer cuando los telediarios de la noche pasaron de durar 15 minutos a durar 30"; y "no es una mera coincidencia, puesto que un noticiero televisivo que muestra instituciones sociales y políticas en estado de conflicto permanente alimenta el cinismo, la desconfianza (…) el sentido de ineficacia, la frustración" (cit. en Zukin, p. 379, 1981). 11 Lo curioso, o incluso peor, es que ni siquiera se explica la protesta. Recuerdo que cuando se celebraban los Juegos Olímpicos en Corea todas las noches nos mostraban fornidos muchachos habilísimos en el lanzamiento de cocteles molotov. ¿Qué estaban asaltando? Nunca lo he sabido gracias al telediario: el acontecimiento era uno de los muchachos maltratado por la policía, o el incendio del polideportivo a causa de uno de esos molotov. 12 Alusión a los discípulos de Nicholas Negroponte (N. del T.).
Bibliografía
Bernard Berelson, et al, Voiting: A Study of Opinion Formation, Chicago, University of Chicago Press, 1954.
Karl Deutsch, The Analysis of International Affairs, Prentice-Hall, Englewood Cliffs, 1968.
Albert V. Dicey, Lectures on the Relation between Law and Public Opinion in England, Londres, MacMillan, 1914.
Paolo Glisenti y Roberto Pesenti, Persuasori e persuasi. I mass media negli Usa degli anni’90, Roma-Bari, Laterza, 1990.
Nicholas Negroponte, Being Digital, Knopf, Nueva York, 1995.
Gary R. Orren y Nelson W. Polsby, Media and Momentum: The New Hampshire Primary and Nomination Politics, N. J. Chatham House, Chatham, 1987.
Benjamin Page y Robert Y. Shapiro, en Marcus y Hanson The Rational Public and Democracy, 1993.
C. Northcote Parkinson, Parkinson’s Law, The Riverside Press Cambridge, 1957.
Giovanni Sartori, "Videopolítica", en Rivista italiana di Scienza politica, agosto, 1989.
—Democrazia: cosa è, Milán, Rizzoli, 1993.
—Elementi di teoria politica, Bolonia, II Mulino, 3a. ed., 1995.
—Ingegneria costituzionale comparata, Bolonia, II Mulino, 2a. ed., 1996.
Cliff Zukin, "Mass communication and public opinion", en Dan D. Nimmo y Keith R. Sanders, Handbook of Political Communication, pp. 359-390, Beverly Hills, Sage, 1981.

Internet según McLuhan: un Medio Frío con Diferentes Grados

Artículo de Gloria Gómez Diago
Integrante del Grupo de Investigación I COM (CS1) del Dpto. de Psicología Evolutiva de la Comunicación, Universidad de Vigo, España


Las temperaturas de los medios según McLuhanSe considera que, al igual que otras de las que ha aportado, la iniciativa de McLuhan consistente en diferenciar los medios de comunicación en fríos y calientes dibuja numerosas sugerencias susceptibles de ser utilizadas y aplicadas a la hora de aproximarnos al estudio de la comunicación. De este modo, Miquel de Moragas (1994, p.4), refiriéndose al cómo interpretar las nuevas prácticas de comunicación, explica:
Deberíamos por ejemplo, evitar los errores cometidos por la teoría crítica de la comunicación respecto de las teorías de McLuhan. El interés preferente por los aspectos ideológicos de los discursos sociales impidió entonces a muchos analistas comprender la validez de las principales intuiciones de McLuhan respecto de los cambios en los usos de los medios, o respecto de las distintas relaciones culturales que pueden establecerse entre los medios y sus receptores.
Si estudiamos los criterios fundamentales que estableció McLuhan para distinguir los medios de comunicación (1996:44) se plantea que Internet, entendido de manera general, es un medio frío.

Para ver el artículo completo pinche aquí:

Internet según McLuhan: un Medio Frío con Diferentes Grados

La era McLuhan

Artículo de Octavio Islas
Director de la Cátedra de Comunicación Estratégica y Cibercultural del Tecnológico de Monterrey

En los años recientes, un mayor número de académicos e investigadores de la comunicación en Iberoamérica han reparado en la importancia de conocer y discutir, sin descalificaciones de carácter ideológico, la obra y pensamiento de Marshall McLuhan. Efectivamente es posible entender a los medios de comunicación como prolongaciones del hombre.
Para ver el artículo completo pinche aquí:
La era McLuhah

¿Quién teme a Marshall McLuhan?

Artículo de Jorge Lozano
CatedráticoUniversidad Complutense de Madrid

Hace ahora 20 años, el 31 de diciembre de 1980, murió en Toronto el canadiense Herbert Marshall McLuhan, que había nacido en Edmonton (Alberta) el 21 de julio de 1911. A 20 años de distancia aquel "Doctor Spock de la cultura pop", entrevistado por P1ayboy, que hacía de McLuhan en Annie Hall, de Woody Allen, denostado por la Academia, ridiculizado por la teoría crítica, reaparece últimamente en plena globalización o glocalización -él que habló de aldea global- donde la cuestión de la transmisión de información lejos de ser banal se convierte en problema central.

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¿Quién teme a Marshall McLuhan?

26 septiembre 2006

El libro de negocios de moda en Estados Unidos (Qué pasa)

Un nuevo modelo de negocios está surgiendo en la red, que revolucionará la industria de los medios y la entretención, según Chris Anderson, editor de la revista Wired, en el libro "The long tail: Why the future of business is selling less of more". La tesis es que internet ha originado una tienda sin límites espaciales ni geográficos, donde lo que no se vende hoy en el "mundo real" es el gran negocio del "mundo virtual". Es la irrupción del mercado de los nichos: pequeños y disímiles grupos de clientes, que sumados representan la gran mina de oro del consumo del siglo XXI. Este reportaje -publicado en la revista Wired en 2004- dio origen al libro y explica la tesis central de Anderson.Por Chris AndersonEn 1988, Joe Simpson, un montañista británico, escribió Tocando el Vacío, un relato sobre su experiencia de estar al borde de la muerte en los Andes peruanos. Obtuvo buenas críticas, pero un éxito modesto y pronto cayó en el olvido. Una década más tarde, ocurrió algo extraño: Jon Krakauer escribió Mal de Altura, otra novela no-ficción sobre una tragedia de montañismo -en este caso, en el Everest-, la cual se convirtió en sensación editorial.Pero de pronto, el olvidado Tocando el Vacío comenzó a vender. Random House se apresuró en sacar una nueva edición para satisfacer la demanda. Las librerías lo promocionaron en las estanterías junto a Mal de Altura y las ventas siguieron creciendo. Una edición revisada se mantuvo 14 semanas en la lista de best sellers del New York Times. IFC Films lanzó un docudrama del relato, que obtuvo la aclamación de la crítica. Actualmente, Tocando el Vacío vende más del doble que Mal de Altura.Todo fue obra de las recomendaciones de Amazon.com. El software de la librería online advirtió patrones en los comportamientos de compra y sugirió a los lectores que les había gustado Mal de Altura que también disfrutarían Tocando el Vacío. La gente lo aceptó y escribió elogiosas reseñas. Hubo más ventas, más recomendaciones y más feedback positivo de los usuarios.Cuando llegó a las estanterías el libro de Krakauer, el de Simpson estaba casi agotado. Hace unos pocos años, los lectores de Krakauer nunca se habrían enterado de Simpson, y si ello hubiese ocurrido, no habrían podido encontrar el libro. Amazon cambió todo aquello. Creó el fenómeno de Tocando el Vacío al combinar un ilimitado espacio de estanterías con información en tiempo real acerca de las tendencias de compra.Pero esto no es sólo una virtud de las librerías online: es un ejemplo más de un modelo económico totalmente nuevo para la industria de la entretención y de los medios de comunicación, un modelo que recién está comenzando a mostrar su poder. La selección ilimitada está revelando verdades acerca de qué es lo que desean los consumidores y cómo quieren obtenerlo, a través de diversos sitios online: desde DVD en Netflix, a videos musicales en Yahoo! Launch, hasta canciones en iTunes Music Store y Rhapsody. La gente se sumerge en los catálogos online, bucea en las listas de títulos disponibles, mucho más amplias que las de Blockbuster Video, Tower Records y Barnes & Noble. Y mientras más encuentran, más es lo que les agrada. A medida que se apartan de los típicos éxitos de ventas, descubren que su gusto no es el mayoritario.Un análisis de las ventas y tendencias de estos servicios muestra que la emergente economía digital del entretenimiento será radicalmente diferente a la actual. Si la industria de la entretención del siglo XX estuvo enfocada en los "éxitos", la del siglo XXI lo estará en los "fracasos".Durante demasiado tiempo hemos sufrido la tiranía del precio del denominador común más bajo, hemos sido sometidos a éxitos de taquilla descerebrados y al pop prefabricado. ¿Por qué? Por la economía. Muchos de nuestros supuestos sobre el gusto popular son producto de un deficiente calce entre oferta y demanda.El problema principal es que vivimos en un mundo físico y, hasta hace muy poco, ése también era el problema de la mayoría de los medios, porque dicho mundo impone dos limitaciones dramáticas: 1) La necesidad de encontrar audiencias locales. Una sala de cine promedio no exhibirá una película a menos que pueda atraer a unas 1.500 personas, durante dos semanas; ello equivale al arriendo de pantalla. Una disquería necesita vender al menos dos copias de un CD al año, para que valga la pena; eso equivale al alquiler de media pulgada de espacio de estantería. Y lo mismo vale para las tiendas de arriendo de DVD, juegos de video, librerías y quioscos de diarios. En todos estos casos, los minoristas sólo trabajarán con contenidos que puedan generar la suficiente demanda para ganarse su sustento. Pero sólo se puede recurrir a una población local limitada, quizás un radio de 10 millas para una sala de cine, menos que eso para una tienda de música y menos aún (una o dos millas) para una de arriendo de videos. Pero eso no basta para que un excelente documental tenga una audiencia nacional de medio millón de personas. Hay mucho entretenimiento de calidad que no puede superar la valla. Un ejemplo impactante es la situación de Bollywood en EE.UU. Cada año, la industria fílmica de India produce más de 800 estrenos. Existen cerca de 1.700.000 indios en EE.UU. Sin embargo, la cinta en lengua india mejor listada (según Amazon), Lagaan: Once Upon a Time in India, fue estrenada en apenas dos salas. Es la tiranía del espacio físico.2) La otra restricción del mundo físico es la física en sí misma. El espectro radial sólo permite transportar un número limitado de estaciones; así como el cable coaxial, uno limitado de canales de TV. Además, sólo se cuenta con 24 horas de programación diarias. En materia de entretención, el siglo pasado brindó una sencilla solución para estas restricciones. Los éxitos llenan las salas, vacían las estanterías y mantienen a los auditores y espectadores alejados de los diales y del zapping. Pero somos muchos los que deseamos algo más que éxitos. En algún momento, el gusto personal se aparta del mayoritario, y a medida que exploramos más alternativas, nos sentimos más atraídos.La economía impulsada por los éxitos es la creación de una era que no tiene suficiente espacio para brindarles a todos de todo. No hay suficiente espacio en estanterías para todos los CD, DVD y juegos que se producen. No hay suficientes salas para exhibir todas las películas disponibles. No hay suficientes canales para transmitir todos los programas televisivos, no hay suficientes ondas radiales para tocar la música grabada, y no hay suficientes horas al día para aprovechar al máximo cada una de estas opciones.Este es un mundo de escasez. Pero con la distribución y retail online estamos entrando en un mundo de abundancia. Y las diferencias son profundas.Es el caso de Robbie Vann-Adib, gerente general de Ecast, una compañía de máquinas de discos digitales, cuyos equipos para bares ofrecen más de 150 mil canciones, y aportan estadísticas sorprendentes. Da pistas sobre ello con una pregunta que los visitantes responden invariablemente en forma errada: "¿Cuál es el porcentaje de los 10 mil títulos top en cualquier tienda online (Netflix, iTunes, Amazon) que será arrendado o vendido al menos una vez al mes?".La mayoría dice que 20%, y por una buena razón: hemos sido entrenados para pensar de esa manera. La regla de 80/20, tambiénconocida como el principio de Pareto (por Vilfredo Pareto, un economista italiano, quien creó el concepto en 1906), está en todo. Sólo el 20% de las películas de los principales estudios será un éxito. Lo mismo vale para los programas de TV, de radio, los juegos y los libros. Las posibilidades son incluso peores para los CD: menos del 10% son rentables, según la Recording Industry Association of America.Pero la respuesta correcta, dice Vann-Adib, es 99%. Existe demanda para prácticamente cada una de las 10 mil grabaciones top. Él lo ve en las estadísticas de sus propias máquinas: todos los meses, miles de personas gastan sus monedas para escuchar canciones que no están incluidas en las máquinas tradicionales.Las personas responden mal a la pregunta de Vann-Adib porque va contra el sentido común. Al menos en dos formas:1) Nos olvidamos de que la regla del 20% en la industria del entretenimiento vale para los éxitos, pero no para cualquier tipo de venta. Estamos atrapados en una mentalidad determinada por los éxitos: creemos que si algo no lo es, no generará ganancias y, por ende, no retornará el costo de su producción. En otras palabras, suponemos que sólo merecen existir los éxitos. Pero Vann-Adib, al igual que los ejecutivos de iTunes, Amazon y Netflix, ha descubierto que los "fracasos" también generan dinero. Además, como existen tantos de ellos, ese dinero puede convertirse en un inmenso pozo.Sin tener que pagar espacio de estantería y, en el caso de servicios completamente digitales como iTunes, sin costos de fabricación y casi sin tarifas de distribución, la venta de "fracasos" es sólo otra venta, con los mismos márgenes de un éxito. Un éxito y un fracaso se basan en la demanda, ambos valen igualmente la pena de ser usados. De pronto, la popularidad ya no tiene el monopolio de la rentabilidad.2) La industria tiene una pobre noción acerca de qué desea la gente. Por ejemplo, suponemos que existe poca demanda por las cosas que no son ofrecidas por Wal-Mart. Pero por muy igualitario que parezca Wal-Mart, en realidad es tremendamente elitista. Tiene que vender al menos 100 mil copias de un CD para cubrir sus gastos minoristas y obtener suficientes ganancias; pero menos del 1% de los CD obtiene ese volumen. ¿Qué pasa con las 60 mil personas que desearían comprar el último álbum de Fountains of Wayne o de Crystal Method, o cualquier título que se aparte del gusto mayoritario? Tienen que buscarlos en otro lugar. Solemos igualar mercado masivo con calidad, cuando en realidad aquel se trata de familiaridad y publicidad ingeniosa.Para tener un sentido de los gustos reales, sin pasar por el filtro censor de la economía de la escasez, es cosa de ver Rhapsody, un servicio de música online basado en suscripciones (RealNetworks es el dueño), que actualmente ofrece más de 735.000 canciones. Si se ven sus estadísticas mensuales, se obtiene una curva de demanda que se parece mucho a la de cualquier disquería. Ésta muestra un enorme atractivo por las canciones top, la que luego se reduce y deja una "larga cola" -o long tail (ver recuadro)- tratándose de las menos populares. Pero algo realmente interesante ocurre cuando se explora debajo de las 40.000 canciones top, que corresponden al inventario de una tienda musical offline promedio.En este caso, los Wal-Mart del mundo real se van a cero. Sin embargo, la demanda en Rhapsody se mantiene. No sólo se descarga cada una de las 100.000 canciones top al menos una vez al mes, sino que lo mismo vale para los top 200.000, los top 300.000 y los top 400.000. A medida que Rhapsody agrega canciones a su catálogo, éstas encuentran una audiencia, aunque sólo sean unas cuantas personas al mes.Se puede encontrar de todo en esta "larga cola o long tail". Existe un catálogo de álbumes antiguos que todavía son recordados con cariño por fanáticos de siempre o que son redescubiertos por otros nuevos. Existen grabaciones en vivo, lados B, y covers. Existen miles de nichos, género tras género: imagine a Tower Records enteramente dedicada a las bandas de los '80 o al sonido ambient. Imposible.Por cierto, hay un montón de basura. Pero también la hay escondida en los álbumes de éxito. Las personas tienen que saltárselas en los CD. Pero en el mundo online es más fácil evitarlas. A diferencia de un CD, en el que cada canción basura vale cerca de un décimo de un álbum de US$15, cuando son online están en algún servidor, ignoradas por un mercado que sólo vende canciones individuales.Lo que realmente impresiona de esta "larga cola o long tail" es su tamaño. Si se suman los no éxitos que están en ella, se obtiene un mercado mayor que el de los éxitos. Por ejemplo, en el caso editorial, un local promedio de Barnes & Noble cuenta con 130 mil títulos. Sin embargo, más de la mitad de las ventas de libros de Amazon corresponde a aquellos textos que no están entre sus 130 mil top. Considere las consecuencias: si las estadísticas de Amazon sirven de guía, el mercado de libros que no se vende en las librerías offline es mayor que el mercado que sí se vende en ellas. En otras palabras, el mercado editorial potencial podría ser el doble de lo que aparenta, siempre y cuando se pudiera superar la economía de la escasez. El capitalista de riesgo y ex consultor Kevin Laws lo explica: "Existe más dinero en las ventas más pequeñas".Lo mismo vale para los demás negocios del entretenimiento. Basta con comparar las empresas online con las offline: un Blockbuster promedio tiene 3 mil DVD. Sin embargo, sólo el 20% de los arriendos de Netflix.com está dentro de sus 3 mil títulos top. Mensualmente, en Rhapsody se descargan más canciones fuera de sus top 10 mil que dentro de esa lista. Lo que están haciendo las empresas más exitosas en internet es agregar, de una forma u otra, la "larga cola o long tail". Por ejemplo, la mayor parte de los ingresos de Google proviene de pequeños avisadores. Al superar las limitaciones de la geografía y de escala, Rhapsody y Amazon, Google y eBay han descubierto nuevos mercados.Las compañías que están en la vanguardia aportan tres grandes lecciones. Se les podría llamar "las reglas de la nueva economía de la entretención":Regla Nº 1: Que todo esté disponibleSi usted es amante de los documentales, entonces Blockbuster no es el lugar apropiado. Sí lo es Netflix.com que ofrece más de mil cintas de este género. Esto le ha dado un fuerte empuje al negocio de los documentales; el año pasado, Netflix representó la mitad de los ingresos por arriendo de Capturing the Friedmans, un testimonial acerca de una familia aproblemada por acusaciones de pedofilia.El gerente general de Netflix, Reed Hastings, un admirador de los documentales, llevó su influencia a PBS, la cual produjo Daughter From Danang, una cinta acerca de los hijos de soldados estadounidenses y mujeres vietnamitas. En 2002, fue nominada al Oscar y elegida el mejor documental en Sundance, pero PBS no tenía planes de estrenarla en DVD. Hastings ofreció hacerse cargo de la fabricación y distribución, si PBS acordaba que fuera una exclusiva de Netflix. Ahora, Daughter From Danang está entre los 15 documentales top de Netflix. Ello equivale a un mercado de decenas de miles de clientes que de otro modo no existiría.Son muchos los géneros y subgéneros de igual atractivo que son omitidos por los canales de DVD tradicionales: películas extranjeras, animé, filmes independientes, dramas de la televisión británica o antiguas series estadounidenses. Sólo las cintas de Bollywood suman cerca de 100 mil arriendos al mes para Netflix. La disponibilidad de títulos poco convencionales atrae a nuevos consumidores: cualquier cosa que baje los costos de adquirir clientes es oro para las empresas que basan su modelo en la suscripción.Netflix ha hecho un buen negocio a partir de todo lo que no es rentable para las salas de cine y las tiendas de arriendo de videos. No importa si los miles de clientes que alquilan todos los meses los episodios de Doctor Who están en una sola ciudad o diseminados a lo largo del país: para Netflix se trata de lo mismo. En resumen, rompió la tiranía del espacio físico. Lo importante no es dónde están los clientes, ni cuántos buscan un título en particular: lo vital es que existan unos cuantos en alguna parte.Es decir, vale la pena ofrecer prácticamente de todo, ya que siempre habrá compradores. Lo opuesto a como piensa hoy la industria del entretenimiento: la decisión de lanzar un filme antiguo en DVD se basa en estimaciones de demanda y en oportunidades de marketing, como aniversarios o premios. Esto explica por qué sólo una fracción de las películas existentes están en DVD.En 2004, por ejemplo, cerca de 6 mil filmes fueron enviados al Sundance Film Festival. De ellos, 255 fueron aceptados y apenas 24 fueron elegidos para ser distribuidos; para ver el resto había que estar allí. ¿Por qué no lanzar los 255 en DVD cada año, como parte de una Serie Sundance? En esta nueva economía es más caro evaluar que lanzar.Esto también se aplica a los libros. Ya se está borrando la línea entre títulos disponibles y agotados. Amazon ha logrado que encontrar un libro de segunda mano sea casi tan fácil como hallar uno nuevo. Si ello se combina con los bajos costos de las tecnologías de impresión, parece claro por qué cualquier libro debería estar siempre disponible. De hecho, se puede apostar que los niños de hoy crecerán sin haber conocido el concepto de agotado.Regla Nº 2: Bajar el precio a la mitad y después seguir bajándoloGracias al éxito de iTunes de Apple, tenemos un precio estándar para las canciones que se descargan de la red: 99 centavos. Pero, ¿es el costo correcto?Si les preguntamos a los sellos, responderán que es muy bajo: aunque 99 centavos por canción es más o menos el mismo precio que el de un CD, la mayoría de los consumidores online compra una o dos pistas de un álbum, en vez del CD completo. En efecto, la música online está viviendo un retorno al negocio de los 50, que era impulsado por la venta de singles. Así, desde la perspectiva de un sello, los consumidores deberían pagar más por el privilegio de adquirir "à la carte", para compensar los ingresos perdidos de los álbumes completos.Si se les pregunta a los consumidores, en tanto, éstos dirán que 99 centavos es muy caro. Para los que recién se integran a este tipo de compras, el precio representa 99 centavos más que Kazaa. Pero dejando de lado la piratería, la cifra de 99 centavos viola nuestro sentido innato de justicia económica: si para un sello de grabaciones cuesta menos entregar una canción online (no tiene empaquetamiento, ni fabricación, distribución o espacio de estanterías), ¿por qué el precio no es también más bajo?Sorprende que haya habido pocos buenos análisis económicos acerca de cuál debería ser el costo correcto de la música online. La razón principal es que los precios no son fijados en la actualidad por el mercado, sino que por el cuasi cartel de los sellos musicales. Las compañías de grabación cobran un precio mayorista de 65 centavos por canción, dejándoles a los minoristas online poco espacio para experimentar. Ese valor mayorista es fijado para que calce con el precio de los CD, para evitar los temidos "conflictos de canal". Los sellos temen que si fijan precios más bajos para la música online, sus minoristas de CD (la mayor parte del negocio) se rebelarán o, probablemente, se retirarán mucho más rápido de lo que ya está sucediendo.¿Pero qué pasa si los sellos dejan de jugar a la defensiva? Una renovada mirada debería calcular lo que realmente cuesta colocar una canción en un servidor de iTunes, para luego ajustar el precio. Los resultados son sorprendentes.Es cosa de eliminar los costos innecesarios del canal minorista: gastos de fabricación del CD, distribución y ventas. Eso deja en pie sólo los costos de encontrar, producir y comercializar la música. Hay que mantenerlos tal cual, para asegurar que la gente del lado creativo y de los sellos gane tanto como ahora. En el caso de un álbum que vende 300.000 copias, los costos creativos equivalen a US$ 7.50 por disco, o 60 centavos por canción. A ello hay que agregar los costos de entregar la música online, que equivale al gasto para levantar y mantener el servicio, más que a los costos de banda ancha y almacenamiento. El precio de ello: cerca de 17 centavos por canción. Según este cálculo, la música de éxito tiene un sobreprecio de 25% en el mundo online: debería costar sólo 79 centavos por pista, reflejando los ahorros de la entrega digital.Precios de acuerdo a los costos digitales, no a los físicos. Estas excelentes noticias para los consumidores no tienen por qué dañar a la industria. Cuando se bajan los precios, las persones tienden a comprar más. El año pasado, Rhapsody hizo un experimento de demanda elástica. Durante un período breve, ofreció canciones a 99 centavos, a 79 centavos y a 49 centavos. Aunque las de 49 centavos sólo valían la mitad que las de 99 centavos, Rhapsody vendió tres veces más que éstas. Como las empresas de grabación cobran 65 centavos por pista -Rhapsody además pagó otros 8 centavos por derechos de autor-, la compañía perdió dinero. Sin embargo, buena parte del contenido de la "larga cola o long tail" es material antiguo que ya ha recuperado la inversión: música de bandas que tuvieron bajos costos de grabación, o grabaciones en vivo.¿Qué deberían hacer los sellos? La respuesta surge al examinar la psicología del consumidor de música. La elección que enfrentan los fanáticos no es cuántas canciones comprar en iTunes y Rhapsody, sino que cuántas canciones comprar en vez de descargarlas gratis de Kazaa u otras redes P2P. Intuitivamente, los consumidores saben que la música gratis no es realmente gratis: aparte de los riesgos legales, toma mucho tiempo juntar una colección. La calidad varía y un 30% de las pistas son de algún modo u otro defectuosas. Y lo que es cierto para la música es doblemente cierto para las películas y juegos, en los que la calidad de los productos pirateados puede ser aún más lúgubre, en los que los virus son un riesgo y en los que las descargas toman mucho más tiempo.Regla Nº 3: Ayúdame a encontrarloEn 1997, un emprendedor llamado Michael Robertson inició lo que se atisbaba como un negocio long tail. Llamado MP3.com, éste permitía que todos pusieran archivos musicales en la red, los que estarían disponibles para cualquier usuario. La idea era que el servicio se saltara a los sellos, permitiendo a los artistas conectarse directamente con los auditores. Las ganancias de MP3.com vendrían de las tarifas que se les cobraría a las bandas por promocionar su música en el sitio. Dejando de lado el hecho de que mucha gente utilizó el sitio para colocar y compartir pistas comerciales -lo que condujo a los sellos a demandar a MP3.com-, el modelo no cumplió con su propósito. Las bandas emergentes no encontraron audiencias nuevas. De hecho, MP3.com se ganó la fama de ser lo que en realidad era: un intrascendente acopio de música, por lo general mala.El problema con MP3.com fue que no tenía acuerdos de licencias con los sellos para ofrecer música comercial. Por lo tanto, no existía ningún punto de entrada conocido para los consumidores, desde el cual se pudiera comenzar a explorar lo desconocido.Ofrecer solamente éxitos tampoco ayuda. Es cosa de pensar en los servicios de video bajo demanda de las empresas de cable. O en Movielink, el servicio de descarga de video manejado por los grandes estudios. Debido al control de los proveedores y los altos costos, mantienen contenidos limitados: apenas unos cuantos cientos de estrenos recientes.Por el contrario, el éxito de Netflix, Amazon y de los servicios de música online demuestra que se necesitan ambos extremos de la curva: los éxitos populares y también "la larga cola o long tail". Los éxitos siguen siendo importantes para atraer a los consumidores.Las grandes empresas "long tail" pueden posteriormente guiar a los consumidores, siguiendo los perfiles de sus gustos y aversiones, facilitando su exploración hacia lo desconocido.Por ejemplo, Rhapsody incluye a Britney Spears. Junto a las listas de sus álbumes hay links a "artistas similares". Entre ellos está Pink. Si se hace click y lo que escucha es de su agrado, se puede hacer lo mismo con los artistas similares a Pink, como, por ejemplo, No Doubt. Y en la página de No Doubt, la lista presenta a "sus bandas inspiradoras", entre las que está Selecter, un grupo ska de los '80. Con tres clicks, Rhapsody podría haber animado a un fan de Britney Spears a escuchar un álbum de Selecter que difícilmente se puede encontrar en una disquería.Ésta es la diferencia entre empujar y atraer. Para la industria del entretenimiento, las recomendaciones online son una forma de marketing notablemente eficiente, que permite a los filmes y a la música menos masivos encontrar una audiencia. Para los consumidores, una recomendación online fomenta la exploración y puede reanimar la pasión por las películas y la música, creando un mercado mucho mayor (el cliente promedio de Netflix arrienda siete videos al mes, tres veces más que la tasa de las tiendas tradicionales). Además, el beneficio cultural de todo esto es mayor diversidad, terminando con la tiranía de los éxitos. Ese es el poder de la "larga cola o long tail". Y su tiempo ha llegado.Chris Anderson es el editor jefe de Wired Magazine, la revista tecnológica más famosa del mundo. Nació en 1961 en Londres y en 1966 su familia emigró a Estados Unidos. Estudio Ciencias Físicas e hizo investigación en Los Álamos y trabajó luego en dos de las más prestigiosas revistas científicas del mundo: Nature y Science. Antes de incorporarse, a mediados del 2001, a Wired, trabajó por siete años en The Economist, en Londres, Hong Kong y Nueva York, cubriendo temas de tecnología y luego de negocios. Hoy vive en Berkeley, California, con su mujer y cuatro hijos. (The Long Tail: US$ 14.97 en www.amazon.com)

14 septiembre 2006

Internet y la sociedad red por Manuel Castells

Introducción

Internet es el tejido de nuestras vidas en este momento. No es futuro. Es presente. Internet es un medio para todo, que interactúa con el conjunto de la sociedad y, de hecho, a pesar de ser tan reciente, en su forma societal (aunque como sabemos, Internet se construye, más o menos, en los últimos treinta y un años, a partir de 1969; aunque realmente, tal y como la gente lo entiende ahora, se constituye en 1994, a partir de la existencia de un browser, del world wide web) no hace falta explicarlo, porque ya sabemos qué es Internet. Simplemente les recuerdo, para la coherencia de la exposición, que se trata de una red de redes de ordenadores capaces de comunicarse entre ellos. No es otra cosa. Sin embargo, esa tecnología es mucho más que una tecnología. Es un medio de comunicación, de interacción y de organización social. Hace poco tiempo, cuando todavía Internet era una novedad, la gente consideraba que, aunque interesante, en el fondo era minoritario, algo para una elite de internautas, de digerati, como se dice internacionalmente. Esto ha cambiado radicalmente en estos momentos. Para recordarles brevemente la progresión, les diré que la primera encuesta seria sobre usuarios de Internet que yo conozco, de finales del noventa y cinco señalaba que había unos nueve millones de usuarios de Internet. En este momento estamos en torno a los trescientos cincuenta millones de usuarios en el mundo. Las previsiones conservadoras prevén que, para mediados del año 2001, llegaremos a setecientos millones, y en torno a 2005-2007, a dos mil millones como mínimo. Es verdad que constituye sólo una tercera parte de la población del planeta, pero esto quiere decir, ponderando en términos de las sociedades más desarrolladas, que en las sociedades de nuestro contexto las tasas de penetración estarán en torno al 75% u 80%. De hecho, en todo el planeta los núcleos consolidados de dirección económica, política y cultural estarán también integrados en Internet. Eso no resuelve ni mucho menos los problemas de desigualdad, y a ellos me referiré más adelante. Pero en lo esencial, esto significa que Internet es ya y será aún más el medio de comunicación y de relación esencial sobre el que se basa una nueva forma de sociedad que ya vivimos, que es lo que yo llamo la sociedad red. Pese a ser tan importante, Internet es tan reciente que no sabemos mucho sobre ella. Y en esa situación, cuando hay un fenómeno de gran relevancia social, cultural, política, económica, pero con un escaso nivel de conocimiento, se generan toda clase de mitologías, de actitudes exageradas. Yo creo que muchos intelectuales europeos y españoles ya han entendido, analizado, criticado, rechazado Internet, señalando, por anticipado, todas las posibles alienaciones que va a generar. Yo me acuerdo de que en los años 95-97 participé en la comisión de expertos sobre la sociedad de la información que nombró la Comisión Europea, y allí, en una comisión de quince expertos, en la que yo obviamente estaba en absoluta minoría, se trataba de ver cómo se podían paliar los efectos devastadores que podría producir Internet en la sociedad, en la política y en la cultura. Predominaba una reacción defensiva.. Frente a un fenómeno de extraordinaria importancia, del que, por otro lado, se tiene un escaso conocimiento, ha aparecido una extraordinaria mitología en torno a Internet. Por ello, quiero centrar mi conferencia en algo que quisiera que fuera práctico. Voy a intentar, aunque haya algunos aspectos teóricos, resumir qué sabemos de Internet en términos comparativos, qué sabemos sobre lo que es Internet hoy, a partir de información empírica. Trataré de resumirlo en diez puntos. 1. Lecciones de la historia de Internet.
En el primer punto, quiero incluir algunos elementos sobre la historia de Internet. No voy a contarles la historia de Internet, que creo que es conocida, o puede conocerse fácilmente a través de Internet, sino cuáles son las enseñanzas que tienen valor analítico, si examinamos la historia de la red durante estos años. La primera lección sobre Internet es que se desarrolla a partir de la interacción entre la ciencia, entre la investigación universitaria fundamental, los programas de investigación militar en Estados Unidos -una combinación curiosa- y la contracultura radical libertaria. Las tres cosas a la vez. Simplemente señalo que el programa de Internet nace como programa de investigación militar pero que, en realidad, nunca tuvo aplicación militar. Éste es uno de los grandes mitos que hay. No hubo aplicación militar de Internet; hubo financiación militar de Internet, que los científicos utilizaron para hacer sus cosas, sus estudios informáticos y su creación de redes tecnológicas. A ellos se añadió la cultura de los movimientos libertarios, contestatarios, que buscaban en ello un instrumento de liberación y de autonomía respecto al Estado y a las grandes empresas. La cuarta fuente que se desarrolló más fue la cultura empresarial, que, veinticinco años más tarde, se encargó de dar el salto entre Internet y la sociedad. Segunda lección sobre Internet: el mundo de la empresa no fue en absoluto la fuente de Internet, es decir, Internet no se creó como un proyecto de ganancia empresarial. Incluso hay una anécdota reveladora: en 1972, la primera vez que el Pentágono intentó privatizar lo que fue el antepasado de Internet, Arpanet, se lo ofreció gratis a ATT para que lo asumiera y desarrollara. Y ATT lo estudió y dijo que ese proyecto nunca podría ser rentable y que no veía ningún interés en comercializarlo. Recuerden de todas maneras que eran más o menos los años en que el presidente de Digital, una gran empresa de informática, declaró que no veía ninguna razón para que alguien quisiera un ordenador en su casa, o pocos años después de que Watson, el presidente de IBM, declarase que en el año 2000 en el mundo sólo habría cinco ordenadores, y que todos serían, obviamente IBM Mainframe. No fue la empresa la fuente de Internet. Tercera lección: Internet se desarrolla a partir de una arquitectura informática abierta y de libre acceso desde el principio. Los protocolos centrales de Internet TCP/IP, creados en 1973-78, son protocolos que, se distribuyen gratuitamente y a cuya fuente de código tiene acceso cualquier tipo de investigador o tecnólogo. Cuarta lección: los productores de la tecnología de Internet fueron fundamentalmente sus usuarios, es decir, hubo una relación directa entre producción de la tecnología por parte de los innovadores pero, después, hubo una modificación constante de aplicaciones y nuevos desarrollos tecnológicos por parte de los usuarios, en un proceso de feed back, de retroacción constante, que está en la base del dinamismo y del desarrollo de Internet. El ejemplo más claro de la principal aplicación de Internet lo ofrecen los científicos que crearon Arpanet, el antepasado de Internet, quienes, en realidad, no sabían muy bien qué hacer con Arpanet. En principio, la crearon para comunicarse entre sus centros de información, entre los superordenadores con que contaban, pero lo habían hecho con la idea de que al compartir tiempo de ordenador, podrían obtener mayor capacidad de utilización de ordenadores. Pero se encontraron que tenían más capacidad de procesamiento informático de la que necesitaban. Con lo cual intentaron ver qué otro tipo de cosas podían hacer. Una de las aplicaciones que desarrollaron casi por azar, y que se convirtió en el principal uso de Internet a partir de 1970, cuando se inventó, es la aplicación que hoy día está siendo el uso mayoritario de Internet, el correo electrónico. En el intento de buscar otras aplicaciones, se enviaron varios mensajes entre ellos y se dieron cuenta de que lo que intentaban buscar ya lo habían encontrado, es decir, desarrollar el correo electrónico. Hay mil ejemplos de este tipo de relación. Entonces y ahora los usuarios modifican constantemente la tecnología y las aplicaciones de Internet. Esto es una vieja historia de la tecnología. Fue también el caso del teléfono: la historia social del teléfono en Estados Unidos (investigada, en particular, por Claude Fischer) muestra que el teléfono se inventó para otras cosas, pero los usuarios le dieron la vuelta y crearon otras aplicaciones. Pero con Internet se ha hecho mucho más todavía, porque la flexibilidad, la ductibilidad de esta tecnología permite el efecto de retroacción en tiempo real. Quinta lección de la historia de Internet: en contra de la muy difundida opinión de que Internet es una creación norteamericana, Internet se desarrolla desde el principio a partir de una red internacional de científicos y técnicos que comparten y desarrollan tecnologías en forma de cooperación, incluso cuando Internet era algo que estaba dentro del Departamento de Estado estadounidense. La tecnología clave de Internet, la conmutación de paquetes, el packet switching, la inventan en paralelo, y sin establecer comunicación alguna durante mucho tiempo, Paul Baran en Rand Corporation en California y Donald Davies, en el National Physics Laboratory de Gran Bretaña. Por tanto, la tecnología clave ya se desarrolla en paralelo entre Europa y Estados Unidos. El desarrollo de los protocolos TCP/IP se hace por Vinton Cerf, en Estados Unidos colaborando estrechamente con Gérard Lelan del grupo francés Cyclades. El caso más interesante es que el world wide web, que es el programa de browser que permite la navegación que hoy practicamos todos, lo creó Tim Berners-Lee, un británico, trabajando en sus horas libres, sin que se lo pidiera nadie, en el CERN de Ginebra. Por otro lado, el desarrollo de Internet en base a redes libertarias comunitarias, que crearon toda clase de nuevas aplicaciones como las conferencias o los boletines o las listas de correo electrónico, no salieron del Departamento de Defensa, salieron de los grupos libertarios que se organizaron a través y en torno a las redes de Internet. Estos grupos eran desde el principio -es decir, desde 1978 y 1980, que es cuando empezó USENET- internacionales y se desarrollaron de forma aún mucho más internacional precisamente en la medida en que Arpanet pertenecía al gobierno norteamericano. El desarrollo de lo que luego sería Internet por su lado libertario, por su lado de base, tenía que ser mucho más internacional, porque dentro del aspecto más central de Internet, Arpanet sólo podía ser norteamericano por las barreras gubernamentales. Sexta lección: desde el principio Internet se autogestiona, de forma informal, por una serie de personalidades que se ocupan del desarrollo de Internet sin que el Gobierno se meta demasiado con ellos. Nadie le dio mucha importancia a Internet y se creó una especie de club aristocrático, meritocrático, que, todavía hoy, ha generado instituciones absolutamente únicas. El gobierno de Internet lo tiene hoy una sociedad de carácter privado apoyada por el Gobierno norteamericano y por gobiernos internacionales pero que es privada, se llama ICANN-por cierto, en su comité ejecutivo hay gente de Barcelona, de la Politécnica-, y que tiene, entre otras cosas, la característica de que elige su consejo de administración ejecutivo por votación global entre cualquier persona que se quiera apuntar a ICANN mediante correo electrónico. En estos momentos están terminando la votación en que 165.000 personas de todas partes del mundo han votado una lista de candidatos abierta. Esta autoridad es la que en principio distribuye los dominios, acuerda los protocolos, etc. Y en fin, la última observación que quiero hacer sobre la historia de Internet es que el acceso a los códigos de Internet, el acceso a los códigos del software que gobierna Internet, es, ha sido y sigue siendo abierto, y esto está en la base de la capacidad de innovación tecnológica constante que se ha desarrollado en Internet. Mencioné antes el TCP/IP, pero recuerden también que UNIX, es un código abierto que permitió el desarrollo de USENET News, la red alternativa de Internet, el world wide web es abierto. Apache, que es el programa de software que hoy en día maneja más de dos terceras partes de los world wide web servidores del mundo, es también un programa de código abierto. Y tal es, obviamente, el caso de Linux, aunque Linux es fundamentalmente para las máquinas UNIX a través de las cuales funciona Internet. Estas reflexiones sobre la historia de Internet me sirven para indicar hasta qué punto es un tipo nuevo de tecnología en su forma de organización. La famosa idea de que Internet es algo incontrolable, algo libertario, etc., está en la tecnología, pero es porque esta tecnología ha sido diseñada, a lo largo de su historia, con esta intención. Es decir, es un instrumento de comunicación libre, creado de forma múltiple por gente, sectores e innovadores que querían que fuera un instrumento de comunicación libre. Creo que, en ese sentido, hay que retener que las tecnologías están producidas por su proceso histórico de constitución, y no simplemente por los diseños originales de la tecnología. 2. La geografía de Internet.
Pasemos ahora al segundo punto de mi exposición. Para seguir un modelo clásico de la enseñanza, como empecé por la historia ahora seguiré con la geografía. ¿Cuál es la geografía de Internet? Internet tiene dos tipos de geografía: la de los usuarios y la de los proveedores de contenido. La geografía de los usuarios hoy día se caracteriza todavía por tener un alto nivel de concentración en el mundo desarrollado. En ese sentido, digamos que las tasas de penetración de Internet se acercan al 50% de la población en Estados Unidos, en Finlandia y en Suecia, están por encima del 30-35% en Gran Bretaña y oscilan entre el 20-25% en Francia y Alemania. Luego está la situación española en torno a un 14%, Cataluña un 16-17%. En todo caso, los países de la OCDE en su conjunto, el promedio de los países ricos, estarían, en estos momentos, en un 25-30%, mientras que, en el conjunto del planeta, está en menos del 3% y, obviamente, si analizamos situaciones como la africana, como la de Asia del sur, está en menos del 1% de la población. En primer lugar, existe una gran disparidad de penetración en el mundo, pero, por otro lado, las tasas de crecimiento en todas partes, con excepción de África subsahariana, son altísimas, lo cual quiere decir que los núcleos centrales, también en el mundo subdesarrollado, estarán conectados dentro de cinco a siete años a Internet. Ahora bien, esa geografía diferencial tiene consecuencias en la medida en que llegar más tarde que los demás genera una disparidad de usos, puesto que como los usuarios son los que definen el tipo de aplicaciones y desarrollo de la tecnología, los que lleguen más tarde tendrán menos que decir en el contenido, en la estructura y en la dinámica de Internet. En lo que se refiere a la geografía de los proveedores de contenido hay un hecho que conviene resaltar. Se suponía que, en principio, las tecnologías de información y de telecomunicación permitirían que cualquiera se pudiera localizar en cualquier lugar y proveer, desde allí, al mundo entero. Lo que se observa empíricamente es lo contrario. Hay una concentración mucho mayor de la industria proveedora de contenidos de Internet, así como de tecnología de Internet, que de cualquier otro tipo de industria y se concentra fundamentalmente en las principales áreas metropolitanas de los principales países del mundo. Uno de mis estudiantes, Matthew Zook, esta terminando su tesis de doctorado, que presenta el primer mapa mundial sistemático de las empresas de contenidos de Internet: según su análisis, estas empresas están totalmente concentradas en las principales áreas metropolitanas. La razón es muy sencilla: precisamente porque la tecnología permite localizarse y distribuir desde cualquier parte, lo esencial para producir contenido en Internet es tener información y conocimiento, lo que se traduce en personas con esa información y ese conocimiento, que están sobre todo concentradas en los grandes centros culturales y grandes áreas metropolitanas del mundo. En el caso español, obviamente Barcelona y Madrid, en este orden, representan más de las tres cuartas partes de las empresas de provisión de contenido de Internet que existen en España, y la tendencia se acentúa. También en el aspecto propiamente geográfico, les recuerdo la relación entre el desarrollo de Internet y las formas de telecomunicación interactiva y el desarrollo de las formas urbanas. Aquí también hay una paradoja aparente: se pensaba que Internet y las tecnologías de información podían contribuir a la desaparición de las ciudades y al hecho de poder trabajar todos desde nuestras montañas, desde nuestros campos, nuestras aldeas. En realidad, estamos en el momento de mayor tasa de urbanización de la historia de la humanidad. Estamos a punto de llegar al 50% de población urbana en el planeta, en el año 2025 estaremos en los dos tercios, y hacia el final del siglo en torno a las tres cuartas partes, o sea, cerca del 80% de la población del planeta estará concentrada en áreas urbanas, y esa concentración urbana se deberá sobre todo a la concentración metropolitana en grandes regiones metropolitanas. Lo que está ocurriendo es la concentración de población en grandes centros de actividad y de emisión de información, y dentro de esos grandes centros, difusión interna en una especie de proceso de extensión espacial porque Internet permite, por un lado, conectar de metrópoli a metrópoli y, dentro de la metrópoli, conectar oficinas, empresas, residencias, servicios, en un área muy grande desde el punto de vista espacial. En concreto, la idea de que íbamos a trabajar todos desde casa está desmentida empíricamente. Internet lo que permite es algo distinto: permite trabajar desde cualquier sitio, no es el teletrabajo lo que se está desarrollando. Para darles datos de California, el lugar más avanzado en ese sentido, si aplicamos la definición de operativa de teletrabajo, vemos que las personas que trabajan al menos tres días por semana en su casa no llegan al 2%, y de ésas, la mitad, sorprendentemente, no tienen ordenador en casa. O sea, que no trabajan por Internet; trabajan por teléfono, porque son los que hacen las llamadas que les molestan a ustedes a la hora de cenar. Lo que Internet permite es trabajar desde casa, y el desarrollo de Internet móvil, el desarrollo de la telefonía móvil en estos momentos, permite trabajar en el transporte, mientras se está de viaje, en el lugar de trabajo, etc. El desarrollo geográfico que permite Internet es la oficina móvil, la oficina portátil, la circulación del individuo siempre conectado a Internet en distintos puntos físicos del espacio. Eso es lo que ocurre y no el teletrabajo, una vez que se desmienten los mitos toflerianos por la observación empírica. Por eso yo nunca hago predicciones, porque siempre nos equivocaríamos y siempre se equivocan los que las hacen. Yo trabajo sobre los datos que hay, que suelen salir por el otro lado, precisamente porque la sociedad toma las tecnologías y las adapta a lo que la sociedad hace. 3. La divisoria digital.
El tercer punto del análisis que les estoy presentando es el relativo a la divisoria digital, es decir, la idea de que Internet está creando un mundo dividido entre los que tienen y los que no tienen Internet. ¿Qué sabemos de esto? Por un lado, es cierto que hay una gran diferencia de conectividad y observamos que aquellas personas que no tienen acceso a Internet tienen una debilidad cada vez más considerable en el mercado de trabajo. Observamos también que los territorios no conectados a Internet pierden competitividad económica internacional y, por consiguiente, son bolsas crecientes de pobreza incapaces de sumarse al nuevo modelo de desarrollo. Pero, por otro lado, lo que también observamos es un desarrollo considerable de la conectividad. Insisto, las tasas de crecimiento de Internet en todas partes son altísimas, y lo que hoy día se llama la divisoria digital, digital divide en Estados Unidos, que es, fundamentalmente, la falta de conectividad en nuestro tipo de sociedades, distinto del Tercer Mundo, está dejando de ser un problema. Los datos que señalaban, por ejemplo, en Estados Unidos, que los negros, los latinos y las mujeres utilizaban mucho menos Internet están cambiando radicalmente. Un estudio, que parece serio, del Jupiter Communications de hace tres meses señala que los siete países altamente desarrollados que ellos analizan sistemáticamente respecto del desarrollo de Internet, entre los que no se encuentra España -Estados Unidos, Inglaterra, Alemania, Australia, Canadá, etc.-, observó que por primera vez a finales de mayo de este año el número de mujeres usuarias de la red era superior al de hombres. Lo mismo sucede entre los negros y los latinos en Estados Unidos. Entre los universitarios negros y latinos hay la misma tasa de penetración de Internet que entre los no negros y no latinos estudiantes. Obviamente, hay menos negros y latinos en la universidad, pero es un tema de educación más que un tema de discriminación sistemática en términos étnicos. Por tanto, la conectividad como elemento de divisoria social está disminuyendo rapidísimamente. Pero lo que sí se observa en aquellas personas, sobre todo estudiantes, niños, que están conectadas, es que aparece un segundo elemento de división social mucho más importante que la conectividad técnica, y es la capacidad educativa y cultural de utilizar Internet. Una vez que toda la información está en la red, una vez que el conocimiento está en la red, el conocimiento codificado, pero no el conocimiento que se necesita para lo que se quiere hacer, de lo que se trata es de saber dónde está la información, cómo buscarla, cómo procesarla, cómo transformarla en conocimiento específico para lo que se quiere hacer. Esa capacidad de aprender a aprender, esa capacidad de saber qué hacer con lo que se aprende, esa capacidad es socialmente desigual y está ligada al origen social, al origen familiar, al nivel cultural, al nivel de educación. Es ahí donde está, empíricamente hablando, la divisoria digital en estos momentos.4. Internet y la Nueva Economía.
El cuarto punto de mi exposición es el que examina la relación entre Internet y la nueva economía. Lo esencial aquí es que la nueva economía no es la economía de las empresas que producen o diseñan Internet, es la de las empresas que funcionan con y a través de Internet. Ésa es la nueva economía y eso es lo que está ocurriendo en todo el mundo. Es cierto que el desarrollo de los usos de Internet empieza primero en aquellas empresas de alta tecnología y empresas de creación de equipos de Internet y de programas de software que lo aplican a su propia organización, pero, a partir de ahí, se está difundiendo rapidísimamente a todo tipo de empresas, creando un nuevo modelo de organización empresarial. Se habla mucho del comercio electrónico. El comercio electrónico tiene interés, pero se incide demasiado en la idea de la venta del comercio electrónico, el llamado bussines to consumers B2C, la venta a los consumidores. Esto sólo representa el 20% del total de las transacciones electrónicas comerciales en Internet. El 80% son transacciones de empresa a empresa para relaciones comerciales entre las empresas y esto se está acentuando en estos momentos (B2B). Es decir, que el volumen crece y, por tanto, al crecer el volumen global, también crece el número de transacciones hacia los consumidores. El volumen que crece mucho más, en términos absolutos y relativos, es el de relación de empresa a empresa. ¿Qué está ocurriendo? Que casi todo el trabajo interior de empresa, de relación con los proveedores y de relación con los clientes se está haciendo por la red. Es el modelo que yo he desarrollado con el nombre del Modelo Cisco Systems, que es el nombre de la empresa productora del 85% de equipamientos de telecomunicaciones del backbone de Internet en el mundo, de routers y switches (enrutadores y conmutadores) El 90% de las ventas de esta empresa y de sus transacciones se hacen mediante la relación a través de su web de los proveedores de la empresa y los clientes, sin que la empresa haga nada más que poner la ingeniería, poner la web, actualizarlo cada hora, garantizar calidad y organizar la red de proveedores. Es la mayor empresa industrial del mundo, es la segunda empresa de mayor valor de mercado en el mundo, 400.000 millones de dólares, más de cinco veces el valor de General Motors, cuando en realidad sólo cuenta con treinta y cinco mil personas y es una empresa que produce máquinas, ordenadores, pero que solo tiene una fábrica. Es una empresa casi enteramente virtual, aunque tiene oficinas con personas que hacen funcionar la máquina virtual; pero es virtual, no produce nada, pero de lo que hace, se produce el 85% del equipamiento mundial que hace funcionar Internet. Hay muchísimos otros ejemplos. Si les interesa, les puedo contar ejemplos de la mayor empresa de construcción de edificios en San Francisco, WebCor, cuyo centro es también un web site en el que los usuarios se relacionan con los diseñadores, los arquitectos, los constructores, los empleados municipales. Todo esto está en la web y todos los pasos que una empresa de construcción tiene que dar para llevar a cabo una construcción se hacen en la web. Con esa tecnología ha sido capaz de reducir a la mitad el tiempo de producción de un edificio, con un tercio del personal de gestión, limitando los costes en un 50%. Como pueden imaginarse, las otras empresas de construcción están rápidamente pasando a la red. Un ejemplo más cercano sería Zara. Zara es una empresa Internet que en estos momentos -les estoy hablando de la misma Zara donde ustedes compran su ropa- cuenta con 2001 almacenes en el mundo, en treinta y cinco países diferentes. En estos almacenes cada vendedor lleva una pequeña maquinita en la que registra cada compra que se hace con una serie de datos, con los que el director de cada almacén hace un informe semanal, lo pasa por red a la sede central en La Coruña, donde 200 diseñadores procesan por ordenador y determinan las tendencias de mercado, envían directamente a las fabricas que cortan los patrones y producen la ropa. Con este sistema, enteramente basado en la comunicación electrónica, y procesado por Internet Zara ha reducido a dos semanas el tiempo necesario para rediseñar un producto desde el momento en que se decide ponerlo en el mercado en cualquier parte del mundo. El modelo Benetton, que había logrado hacer el ciclo en seis meses, fue arrinconado por GAP, que lo consiguió en dos meses, a partir de una conexión que no era Internet, y Zara lo ha logrado en dos semanas, con lo que está ganando cuotas de mercado rápidamente en todo el mundo y, en este momento, el valor de capitalización de mercado de la empresa matriz de Zara, una empresa familiar, es de 2.000 millones de dólares. Podríamos seguir poniendo ejemplos, pero yo creo que la idea la tienen aquí. Es decir, lo primero que está haciendo Internet en la economía es transformar el modelo de empresa. Lo que fue el fordismo, la gran empresa industrial basada en la producción estándar y en la cadena de montaje, es hoy día la capacidad de funcionar en red, de articular directamente el mercado, insumos y proveedores y organización interna de la empresa on-line en todas las tareas. El segundo cambio que produce Internet o, mejor dicho, la base material sobre la que se produce este cambio es la transformación del funcionamiento del capital. Y aquí también, muy esquemáticamente, la primera transformación es: el centro de la economía global son los mercados financieros globalizados que funcionan mediante conexiones entre ordenadores. Esto no es técnicamente hablando Internet porque no esta basado en los protocolos de Internet, pero es una red de redes de ordenadores, que esta convergiendo rápidamente con la red Internet.. Esta red es lo que subyace, la articulación, la interdependencia y también la volatilidad del mercado global financiero. Segundo: Internet ha permitido el desarrollo vertiginoso de la transacción financiera electrónica, el desarrollo de mercados financieros, mercados bursátiles como el Nasdaq, que son mercados electrónicos, sin un lugar físico en el espacio; el desarrollo de los principales mercados de futuro del mundo como es el mercado suizo-alemán Eurex, que es enteramente electrónico, o Liffe en Londres o Matif En Francia; el desarrollo de redes de ***brokers, de redes de corredores de bolsa como Instinet, que, hoy día, canaliza algunas de las transacciones más importantes del mundo; el desarrollo de empresas de corredores como Charles Schwabb que es mayoritariamente electrónica. En estos momentos el NewYork Stock Exchange, la Bolsa de New York, se planeta la creación de una bolsa de forma mixta, que sea a la vez electrónica, virtual y física. En Europa, en torno al proyecto, hoy aplazado, de fusión entre las bolsas de Frankfurt y de Londres, que prefigura la fusión de las bolsas europeas en uno o dos centros bursátiles, se está planteando la conexión del Nasdaq americano con un equivalente de Frankfurt y un equivalente japonés, con lo que se crearía, por lo tanto, un Nasdaq global, enteramente electrónico. Es decir, los valores de nuestras empresas, de todas las empresas, tendencialmente, se están negociando ya y se van a negociar cada vez más en términos de interacciones electrónicas, puramente electrónicas, no físicas. Esto genera un nuevo tipo de transacción económica, genera una velocidad, una complejidad, una dimensión de mercado mucho mayor, una capacidad de reacción de los inversores casi instantánea y la dependencia de mecanismos de cálculo, de modelos matemáticos predictivos activados a velocidad octoelectrónica mediante conexiones Internet. Esto cambia los mercados financieros, cambia las finanzas mundiales y, por consiguiente, cambia nuestra economía. Un tercer elemento que quería señalar es que la economía Internet está cambiando los métodos de valoración económica. El desarrollo de las empresas de Internet y de las que más innovadoramente se han lanzado por esta vía se basa/sobre todo en la existencia de capital-riesgo que permite financiar ideas antes de que haya producto. Es así como funciona el sistema: un innovador tiene una idea y, generalmente en estos días, articulada no sobre Internet sino a través de lo que se puede hacer con Internet; esta idea la vende a una empresa de capital-riesgo que proporciona los fondos iniciales para empezar a arrancar; con ese capital-riesgo se compra talento y se instala Internet; con eso se empieza a producir algo, pero no mucho, desde luego no ganancias, con lo cual se sale en oferta pública y el mercado lo valoriza o no lo valoriza. Cuando no lo valoriza, la empresa desaparece y se vuelve a intentar; cuando lo valoriza, con esa valorización de mercado que no se produce en torno a beneficios sino a una promesa, entonces es cuando realmente hay recursos para pasar de esa promesa de innovación a una innovación material, a una producción material que vuelve a salir al mercado, que vuelve a generar valor. Es decir, se crea valor a partir de la innovación en base a la valorización del mercado de las iniciativas que se desarrollan en términos de empresa. Hemos pasado a una economía en la que la expectativa de generación de beneficios a través de la empresa es reemplazada por la expectativa de generación de nuevo valor en el mercado financiero. Y eso depende fundamentalmente de la capacidad de relación con ese cálculo de las empresas Internet. Es decir, el ejemplo de la industria Internet está siendo en estos momentos seguido en el conjunto de las otras ramas industriales. Eso genera una gran volatilidad financiera, pero al mismo tiempo genera también un extraordinario aumento de riqueza y de productividad. Hay empresas sobrevaluadas, otras menos, pero, en realidad, la tendencia es ascendente, los ciclos económicos van a seguir; en cualquier caso, recuerden que, por mucho que hayan caído los valores tecnológicos, el Nasdaq está todavía un 35% por encima de su valor de hace doce meses, cuando el Dow Jones, el índice equivalente de la economía tradicional, está a un -1,2% para el mismo periodo. Es decir, la capacidad de creación de valor en base a un nuevo modelo de anticipación de expectativas ha salido también de la economía Internet. 5. La sociabilidad en Internet.
Permítanme cambiar de tercio rápidamente para entrar en quinto punto de mi conferencia, que es el tema más cargado ideológicamente del análisis de Internet, el tema de la sociabilidad en Internet, de la interacción social o individual en Internet o el tema de las comunidades virtuales de Internet. Como saben, este tema está dominado por las fantasías de los futurólogos y de los periodistas no bien informados, aunque hay periodistas muy bien informados. Aquí se ha hablado de que Internet aliena, aísla, lleva a la depresión, al suicido, a toda clase de cosas horribles, o bien, por el contrario, que Internet es un mundo extraordinario, de libertad, de desarrollo, en el que todo el mundo se quiere, en el que todo el mundo está en comunidad. ¿Qué sabemos empíricamente de esto? Sabemos bastantes cosas. Sabemos, por ejemplo, por un estudio que acaba de hacer British Telecom, un gran estudio de observación realizado a lo largo de un año en una serie de hogares en los que se utilizaba Internet, que no cambia nada. Es decir, que la gente que hacía lo que hacía, lo sigue haciendo con Internet y a los que les iba bien, les va mucho mejor, y a los que les iba mal, les va igual de mal; el que tenía amigos, los tiene también en Internet y, quien no los tenía, tampoco los tiene con Internet. Es un estudio intelectualmente muy conservador, pero lo cito y les doy la referencia porque es un estudio muy espectacular. Se llama Aquí no pasa nada. Pero sí que pasa. Internet es un instrumento que desarrolla pero no cambia los comportamientos, sino que los comportamientos se apropian de Internet y, por tanto, se amplifican y se potencian a partir de lo que son. Esto no significa que Internet no sea importante, quiere decir que no es Internet lo que cambia el comportamiento, sino que es el comportamiento el que cambia Internet. Estudios más de tipo panel, como los que realiza el principal investigador de sociología empírica de las comunidades de Internet, Barry Wellman, de la Universidad de Toronto muestran la realidad de la vida social en Internet. He aqui lo que senalan sus resultados: en primer lugar, las comunidades virtuales en Internet también son comunidades, es decir, generan sociabilidad, generan relaciones y redes de relaciones humanas, pero no son las mismas comunidades que las comunidades físicas. Esto puede parecer una verdad de perogrullo, pero había que investigarlo y mostrarlo. Las comunidades físicas tienen unas determinadas relaciones y las comunidades virtuales tienen otro tipo de lógica y otro tipo de relaciones. ¿Qué tipo de relaciones? ¿Cuál es la lógica específica de la sociabilidad on line? Lo más interesante es la idea de que son comunidades personales, comunidades de personas basadas en los intereses individuales y en las afinidades y valores de las personas. Es decir, en la medida en que se desarrollan en nuestras sociedades proyectos individuales, proyectos de dar sentido a la vida a partir de lo que yo soy y quiero ser, Internet permite esa conexión saltando por encima de los límites físicos de lo cotidiano, tanto en el lugar de residencia como en el lugar de trabajo y genera, por tanto, redes de afinidades. Por ejemplo, las investigaciones en Canadá y en Estados Unidos mostraron que, aparte de Internet, los individuos tenían normalmente, como término medio, no más de seis lazos íntimos de relación fuera de la familia y, al mismo tiempo, cientos de lazos débiles. Parece que es una cosa que en los últimos diez años se ha mantenido como establecida. Entonces, lo que ocurre es que Internet es apta para desarrollar lazos débiles, para crear lazos débiles, pero no es apta para crear lazos fuertes, como media, y es excelente para continuar y reforzar los lazos fuertes que existen a partir de relación física. En fin, en esto, que parece también bastante lógico, lo que me importa es que viene avalado empíricamente por la síntesis de los estudios que se han desarrollado. En este sentido, la tendencia que se está desarrollando es hacia la disminución de la sociabilidad de base comunitaria física tradicional. Hay una tendencia hacia la disminución de la sociabilidad basada en el barrio. Hay un declive de la vida social dentro del trabajo, en general, en el mundo. Lo que está ocurriendo es que la sociabilidad se está transformando mediante lo que algunos llaman la privatización de la sociabilidad, que es la sociabilidad entre personas que construyen lazos electivos, que no son los que trabajan o viven en un mismo lugar, que coinciden físicamente, sino personas que se buscan: yo quiero encontrar a alguien a quien le guste salir en bicicleta conmigo, pero hay que buscarlo primero. Por ejemplo, ¿cómo crear un club ciclista? o ¿cómo crear un club de gente que se interese por la espeleología? Esta formación de redes personales es lo que Internet permite desarrollar mucho más fuertemente. Cuando Wellman intentó medir qué influencia tenía Internet sobre las otras sociabilidades, encontró algo que contradice los mitos sobre Internet. Es lo que el llama "cuanto más, más", es decir, cuánto más red social física se tiene, más se utiliza Internet; cuanto más se utiliza Internet, más se refuerza la red física que se tiene. Es decir, hay personas y grupos de fuerte sociabilidad en los que es correlativa la sociabilidad real y la virtual. Y hay personas de débil sociabilidad, en las que también es correlativa la débil sociabilidad real y virtual. Lo que ocurre es que, en casos de débil sociabilidad real, hay algunos efectos compensatorios a través de Internet; es decir, se utiliza Internet para salir del aislamiento relativamente. Lo que algunos estudios hacen es medir esta correlación y constatan que se trata de personas que utilizan mucho Internet, que están aisladas socialmente, por tanto Internet aísla. El proceso de causalidad es distinto, Internet se utiliza como medio para aquellas personas aisladas, pero fundamentalmente hay un efecto acumulativo entre sociabilidad real y sociabilidad física, porque la virtual también es real, y sociabilidad virtual. La otra serie de estudios, como los realizados por Marcia Lipman, en Berkeley, que ha estudiado cientos de comunidades virtuales, señalan otro dato fundamental, y es que las comunidades virtuales son tanto más exitosas, cuanto más están ligadas a tareas, a hacer cosas o a perseguir intereses comunes juntos. La idea de que Internet es un lugar donde la gente habla de cualquier tontería, se cuentan chismes etc., es absolutamente superficial. Esto es extremadamente minoritario, no mucha gente tiene tiempo de hacerlo. Lo que ocurre es que estas historias de las identidades falsas, de que la gente se disfraza de cualquier cosa, de que se cuentan lo que no son, hacen las delicias de los sociólogos posmodernos. Es verdad que esto existe, pero se da sobre todo en los adolescentes ¿Y qué hacen los adolescentes, en general? Inventarse identidades, experimentar identidades, pasarse ratos de cháchara sobre cualquier cosa, siempre que pueden, crear una contracultura propia de experimentación identitaria. Y esto también lo hacen en Internet. Pero, estudiando a través del conjunto de la sociedad, fuera de los mecanismos de adolescentes, lo que se observa es, más bien, que el Internet instrumental, es decir, la utilización de Internet para desarrollar tareas políticas o personales, o de intereses concretos, es lo que realmente genera los niveles de interacción más fuertes. Por tanto, más que ver la emergencia de una nueva sociedad, totalmente on line, lo que vemos es la apropiación de Internet por redes sociales, por formas de organización del trabajo, por tareas, al mismo tiempo que muchos lazos débiles, que serían demasiado complicados de mantener off line, se pueden establecer on line. Por ejemplo, uno de los elementos más interesantes en esto es el desarrollo de organizaciones de interayuda entre las personas mayores: el Seniornet en Estados Unidos es una de las redes más populares de información, de ayuda, de solidaridad, de reforzamiento de una vivencia compartida, etc. O las redes de información religiosa y de compartir valores religiosos. O las redes de movilización social. 6. Los movimientos sociales en Internet.
Y aquí paso al sexto punto de lo que sabemos de Internet: su relación con los movimientos sociales. Lo que sabemos es algo ya bastante analizado en los medios de comunicación: la mayor parte de movimientos sociales y políticos del mundo de todas las tendencias utilizan Internet como una forma privilegiada de acción y de organización. Esto simplemente quiere decir que Internet es un instrumento. Pero, ¿qué es lo específico?, ¿qué le confiere especificidad a la movilización social a partir del hecho de que se haga por Internet? Bien, hay tres rasgos que son fundamentales en la interacción entre Internet y los movimientos sociales. El primero es que asistimos en la sociedad, fuera de Internet, a una crisis de las organizaciones tradicionales estructuradas, consolidadas, tipo partidos, tipo asociaciones de orientación directamente política, y además se produce la emergencia de actores sociales, fundamentalmente a partir de coaliciones específicas sobre objetivos concretos: vamos a salvar a las ballenas, vamos a defender tal barrio, vamos a proponer nuevos derechos humanos en el mundo, vamos a defender los derechos de la mujer, pero no con una asociación, sino con campañas concretas. Es decir, en general, en la sociedad hay un salto de los movimientos sociales organizados a los movimientos sociales en red en base a coaliciones que se constituyen en torno a valores y proyectos. Internet es la estructura organizativa y el instrumento de comunicación que permite la flexibilidad y la temporalidad de la movilización, pero manteniendo al mismo tiempo un carácter de coordinación y una capacidad de enfoque de esa movilización. Segundo rasgo: los movimientos sociales en nuestra sociedad se desarrollan, cada vez más, en torno a códigos culturales, a valores. Hay movimientos reivindicativos tradicionales, pero los movimientos más importantes -medio ambiente, ecologismo, mujeres, derechos humanos- son movimientos de valores; por lo tanto, son movimientos que dependen sobre todo de la capacidad de comunicación y de la capacidad de llevar a cabo un reclutamiento de apoyos y de estímulos mediante esa llamada a los valores, a los principios y a las ideas. Son movimientos de ideas y de valores. Pues bien, Internet es fundamental porque se puede lanzar el mensaje como éste: "aquí estoy, éste es mi manifiesto, ¿quién está de acuerdo conmigo?, y ¿qué podemos hacer?" La transmisión instantánea de ideas en un marco muy amplio permite la coalición y la agregación en torno a valores. En este sentido, una de las ideas más falsas sobre Internet es la idea del famoso cómic publicado en el New Yorker de hace muchos años de dos perros en un ordenador en el que uno le dice al otro: "Ves, en Internet nadie sabe qué eres un perro". Pues miren, sí. En Internet se sabe qué es un perro, porque si usted quiere organizar a los perros en Internet y se presenta como gato, va a organizar a los gatos. Con lo cual, la bandera de organización, de comunicación, de afirmación de un cierto valor tiene que ser firmada en términos de lo que se quiere ser, porque los movimientos sociales que se constituyen, se constituyen en torno a lo que dicen que son, no se constituyen de forma manipulada, atrayendo a alguien para lo que no es. Eso puede ser una manipulación, pero, en general, las manipulaciones no suelen prosperar. El tercer rasgo específico de los movimientos sociales es que, cada vez más, el poder funciona en redes globales y la gente tiene su vivencia y se construye sus valores, sus trincheras de resistencia y de alternativa en sociedades locales. El gran problema que se plantea es cómo, desde lo local, se puede controlar lo global, cómo desde mi vivencia y mi relación con mi mundo local, que es donde yo estoy, donde yo vivo, puedo oponerme a la globalización, a la destrucción del medio ambiente, a la masacre del Tercer Mundo en términos económicos. ¿Cómo se puede hacer esto? Pues bien, Internet permite la articulación de los proyectos alternativos locales mediante protestas globales, que acaban aterrizando en algún lugar, por ejemplo, en Seattle, Washington, Praga, etc., pero que se constituyen, se organizan y se desarrollan a partir de la conexión Internet, es decir, conexión global, de movimientos locales y de vivencias locales. Internet es la conexión global-local, que es la nueva forma de control y de movilización social en nuestra sociedad. 7. La relación directa de Internet con la actividad política.
El séptimo punto de mi conferencia: Internet también tiene una relación directa con la actividad política organizada, tanto a nivel de partidos, como a nivel de gobiernos de distintos tipos. Aquí hay toda clase de proyectos, de ideas. En principio, Internet podría ser un instrumento de participación ciudadana extraordinario, podría ser un instrumento de información de la clase política, de los gobiernos y de los partidos a los ciudadanos en su conjunto y de relación interactiva. Podría ser un ágora política y sobre esto escriben todos los futuristas. Ahora bien, en la práctica, hay algunas experiencias interesantes de democracia local, curiosamente local, como la Digital City, la ciudad digital de Amsterdam (hoy en seria crisis), las redes ciudadanas de Seattle, el programa Iperbole en Bolonia (también en declive en este momento); pero en general, lo que se observa es que los gobiernos, las administraciones, los partidos políticos han confundido Internet con un tablón de anuncios. En general, se limitan a exponer la información: aquí tienen nuestra información para que se entere de lo que hacemos y así me ahorra trabajo o, si lo desea, dígame su opinión. Lo que sucede es que no se sabe qué pasa con esa opinión. En general, hay escasísimos ejemplos de práctica interactiva cotidiana del sistema político con los ciudadanos. Por tanto, una de las fronteras de investigación que yo quisiera desarrollar sobre Internet es de qué manera Internet puede permitir la desburocratización de la política y superar la crisis de legitimidad de los gobiernos que se produce en todo el mundo, a partir de/ una mayor participación ciudadana permanente, interactiva, y a una información constante de doble vía. En realidad, lo que se observa es que esto no se produce. Hay un libro interesante que acaba de publicarse sobre las relaciones de Internet y algunos sistemas parlamentarios que muestra, a partir de estudios empíricos, que en realidad todos los parlamentos tienen web site, todos los partidos tienen Internet en todos los países desarrollados, pero son vías, insisto, unidireccionales de información, para captar la opinión, para convertir simplemente a los ciudadanos en votantes potenciales y para que los partidos obtengan la información para saber cómo ajustar su publicidad. Yo diría que, en este sentido, el problema no es de Internet. El problema es del sistema político y, una vez más, tenemos un leitmotiv de la conferencia que les estoy intentando transmitir, que es la idea de que la sociedad modela a Internet, y no al contrario. Allí donde hay una movilización social, Internet se convierte en un instrumento dinámico de cambio social; allí donde hay burocratización política y política estrictamente mediática de representación ciudadana, Internet es simplemente un tablón de anuncios. Hay que cambiar la política para cambiar Internet y, entonces, el uso político de Internet puede revertir en un cambio de la política en sí misma. 8. La privacidad en Internet.
Muchos debates sobre Internet en estos momentos plantean la idea del efecto de Internet sobre la privacidad y sobre la capacidad de control de nuestra vida íntima a través de Internet. Aquí hay dos elementos: la relación gobiernos-ciudadanos y la relación privacidad-Internet. En la relación gobiernos-ciudadanos, hay algo que pone muy nerviosos a los gobiernos y es que, realmente, no pueden controlar Internet. Hay muchas razones, pero una mucho más decisiva que las demás. Podemos argumentar si técnicamente se puede o no se puede. Parece que no es tan fácil como algunos pensaban y, para demostrarlo, siempre se cita el caso de Singapur. Acabo de recibir una ponencia de los sociólogos de Singapur que estudian Internet que muestra, empíricamente, la incapacidad del Gobierno de Singapur para controlar Internet en este momento, debido a que, por razones económicas y financieras, se han tenido que abrir al exterior. Naturalmente, China, Singapur y otros muchos países quisieran utilizar Internet para los negocios y no suprimir para la libre expresión ciudadana. En Singapur parece que ya no les funciona ese control. En China les funciona porque, aunque no controlan la difusión de información en Internet, luego pueden buscar a la persona que ha recibido o difundido la información y llevarla a la cárcel, lo que es otra forma de control. Pero, Internet como tal, parece difícil de controlar. En cambio, la razón fundamental no es solamente técnica, sino que es una razón institucional: en Estados Unidos no se puede hacer, porque hay varias decisiones de los tribunales federales y en particular, la que eliminó el Acta de Decencia en la comunicación que Clinton presentó en 1995 para censurar Internet argumentando la pornografía infantil. El Tribunal Supremo de Estados Unidos, de hecho la Corte Federal, que luego fue refrendada por el Tribunal Supremo, declaró que es cierto que en Internet hay toda clase de problemas, es cierto que en Internet la libre expresión conduce a excesos, es cierto que Internet es el caos de la expresión. Pero, añade textualmente: "los ciudadanos tienen un derecho constitucional al caos". Yo creo que la idea de un derecho constitucional al caos es profundamente innovadora y hace que, a partir de ese momento, en la medida en que Internet es una red global, al no haber control en Estados Unidos, se busca cualquier circuito para sortear el obstáculo y poder expresarse. Recuerden que Internet está diseñada técnicamente para interpretar cualquier censura como un obstáculo técnico y reconfigurar la vía de transmisión. Además del hecho de que los gobiernos no controlen Internet -la única forma de hacerlo sería desenchufarlo, como hace Irán, Afganistán, aunque ya veremos qué pasa con el Internet móvil-, de lo que la gente se está dando cuenta es de que hay un problema mucho más profundo que el control de los gobiernos sobre la libertad de expresión, y es la desaparición de la privacidad a través de un mundo en el que vivimos conectados a la red. Scott McNealy, que es un gran empresario de Silicon Valley, el presidente de Sun Microsystems el año pasado, para que no le molestaran más con este tema, hizo una declaración espectacular con la que yo y la mayoría de gente coincidimos: "¿Privacidad en Internet? Olvídese de eso. Usted ya ha perdido su privacidad para siempre". ¿Qué significa eso? Significa que cualquier cosa que hagamos en la red se puede detectar electrónicamente. El problema es quién está interesado, cómo, cuándo, de qué manera, cómo se hace, etc. Pero existe la posibilidad de hacerlo. El FBI lo puede hacer en estos momentos, ya que ha desarrollado un nuevo programa, Carnivore, evidentemente con autorización judicial, pero ya se sabe. Esto lo puede hacer cualquier tipo de empresa que disponga del famoso cookie en su programa; es decir, en este momento, si una persona no quiere dar su dirección y sus características a empresas que comercializan con este tema, tiene que hacer una verdadera investigación, hacer toda clase de clics, salir de toda clase de servicios, y prácticamente aislarse. En Estados Unidos ya existen empresas que empiezan a comercializar la política. Hay una empresa que se llama Aristotle que ha desarrollado este sistema, Aristotle, para la campaña presidencial actual a partir de informaciones obtenidas en numerosos bancos de datos comerciales, ha elaborado perfiles de personalidad y los ha cruzado con patrones de voto geográficos a niveles muy pequeños, de barrio, y ha establecido la tendencia de voto potencial para ciento cincuenta y seis millones de ciudadanos estadounidenses y lo está vendiendo a los distintos candidatos. Igualdad de oportunidades. Cualquiera que pague se lo lleva. No es el espionaje de un partido contra otro: es comerciar con la intimidad política de cada uno de ellos. La Unión Europea tiene una política mucho más estricta de protección de la privacidad, pero, sin entrar demasiado en los detalles, la capacidad tecnológica de la legislación europea es muy débil. Hay muchas formas de escaparse de esa legislación. Pero, por ejemplo, a Yahoo o America On Line, fuera de sus redes europeas, no los controla la legislación europea y, aunque usted sea europeo, está conectado a una red global. Y si cualquier empresa, cualquier portal de este tipo, dispone de la información, puede vendérsela a cualquier empresa europea. El hecho de estar en una red global quiere decir que no hay privacidad. Éste es uno de los aspectos más importantes. Les recomiendo la lectura de un libro de Lessig sobre este tema que se llama Code. Lessig, en ese libro, ha planteado una cuestión fundamental en que la privacidad aparece como esencial, y es el debate sobre la capacidad de encriptado. El encriptado permitiría que cada persona pudiera determinar su código. El encriptado es simplemente un código que se autoconstruye y para el que no existe una capacidad tecnológica de desencriptado con métodos normales; sólo podrían hacerlo los servicios secretos, trabajando con ordenadores durante mucho tiempo. Lo que ocurre es que el encriptado está prohibido por los gobiernos, también en Estados Unidos, con el argumento de que los traficantes de drogas y otras gentes de mal vivir lo podrían utilizar para hacer sus negocios por Internet. Pero, de todas formas, ya hacen sus negocios por Internet y se comunican de otras mil formas. Pero este encriptado sería realmente un sistema que permitiría a las personas guardar su información y que ésta no pudiera ser interferida. La batalla del encriptado es, en estos momentos, la batalla de la privacidad. 9. Internet y los Medios de Comunicacion.
Un último tema antes de concluir, la relación entre Internet y la transformación de la comunicación a través de los medios de comunicación. Internet está transformado radicalmente los medios de comunicación, pero no por la convergencia de Internet y la televisión en un mismo medio tecnológico, la famosa caja que tendrá usted encima de su televisor y que llega a todos, lo que se llama la Web TV. Lo que realmente existe es un mueble que dispone al mismo tiempo de Internet y de televisión, pero son dos sistemas. Aunque se puede transmitir televisión por Internet tecnológicamente, no es muy interesante, no es muy efectivo y, sobre todo, si se pretendiera transmitir de verdad la televisión que tenemos, la masa de televisión por Internet, no habría capacidad de banda previsible en los próximos veinte años para hacerlo en ningún país, ni siquiera en Estados Unidos. Es decir, la capacidad de banda de transmisión para transmitir el enorme volumen que representaría toda la televisión que se transmite hoy día simplemente es impensable, carísimo e ineficaz. ¿Quién tiene la manía de recibir exactamente a través del mismo canal televisión e Internet? No tiene ningún sentido. En cambio, lo que Internet sí está haciendo es convertirse en el corazón de articulación de los distintos medios, de los multimedia. Es decir, de ser el sistema operativo que permite interactuar y canalizar la información de qué pasa, dónde pasa, qué podemos ver, qué no podemos ver y ser, por tanto, el sistema conector interactivo del conjunto del sistema multimedia. Esto es lo que Internet está configurando. Está también cambiando los medios de comunicación y, en particular, contra lo que la gente cree, los medios de comunicación escritos. ¿En qué sentido? Bueno, el modelo futuro ya está aquí, como casi todos los llamados modelos futuros. Es el modelo de utilización de Internet en los medios de comunicación que se emplea en el grupo Chicago Tribune, que acaba de comprar Los Angeles Times. La sala de redacción del Chicago Tribune, que está siendo estudiada por uno de mis estudiantes, consiste en una sala totalmente integrada en Internet en la que los periodistas procesan información en tiempo real y de ahí sale hacia el Chicago Tribune, Los Angeles Times, otros periódicos en Estados Unidos, una serie de cadenas de radio y varias estaciones de televisión. ¿Qué tiene de original esto? Esa información llega en tiempo real y se continúa procesando en tiempo real; es decir, es un medio de comunicación masivo, continuo e interactivo al que pueden acceder distintos usuarios planteando preguntas, criticando, debatiendo. Toda esa información llega a los periodistas, que van siendo reemplazados por otros periodistas en la misma sala de prensa, que continúan procesando de forma ininterrumpida esa información. Eso ya existe y es el modelo que rápidamente está siendo adoptado por los grandes grupos multimedia y de prensa. Junto a eso, Internet está revolucionando la comunicación por su capacidad de cortocircuitar los grandes medios de comunicación. El hecho de que sea una comunicación horizontal, de ciudadano a ciudadano, quiere decir que yo puedo crear mi propio sistema de comunicación en Internet, puedo decir lo que quiera, puedo comunicarlo. Por primera vez hay una capacidad de comunicación masiva no mediatizada por los medios de comunicación de masas. Ahí se plantea el problema de credibilidad. ¿Cómo entonces se puede creer uno lo que aparece en Internet? El año pasado, en el congreso de editores de periódicos norteamericanos estaban aterrorizados porque había una serie de empresarios de Silicon Valley que decían que se acaban los periódicos: el New York Times desaparece, todo será on line. Mi posición en ese momento era: habrá periódico on line, el mismo periódico o algo distinto on line, por televisión, por radio, y en papel, en distintos formatos para distintos momentos de utilización y distintos contextos de utilización. Pero el problema esencial, cuando todo está en Internet, es de credibilidad, y es ahí donde los medios de comunicación siguen teniendo un papel esencial, ya que la gente tiende a dar mayor credibilidad a La Vanguardia, al New York Times, a El País o a El Periódico de Cataluña que a lo que Manuel Castells pueda poner en la red en un momento determinado. En ese sentido, el brand name, la etiqueta de veracidad, sigue siendo importante, a condición de que esa etiqueta se respete, con lo cual la credibilidad de un medio de comunicación se convierte en su única forma de supervivencia en un mundo de interacción y de información generalizada. 10. Conclusión: La sociedad red.
En conclusión, Internet es la sociedad, expresa los procesos sociales, los intereses sociales, los valores sociales, las instituciones sociales. ¿Cuál es, pues, la especificidad de Internet, si es la sociedad? La especificidad es que es constituye la base material y tecnológica de la sociedad red, es la infraestructura tecnológica y el medio organizativo que permite el desarrollo de una serie de nuevas formas de relación social que no tienen su origen Internet, que son fruto de una serie de cambios históricos pero que no podrían desarrollarse sin Internet. Esa sociedad red es la sociedad que yo analizo como una sociedad cuya estructura social está construida en torno a redes de información a partir de la tecnología de información microelectrónica estructurada en Internet. Pero Internet en ese sentido no es simplemente una tecnología; es el medio de comunicación que constituye la forma organizativa de nuestras sociedades, es el equivalente a lo que fue la factoría en la era industrial o la gran corporación en la era industrial. Internet es el corazón de un nuevo paradigma sociotécnico que constituye en realidad la base material de nuestras vidas y de nuestras formas de relación, de trabajo y de comunicación. Lo que hace Internet es procesar la virtualidad y transformarla en nuestra realidad, constituyendo la sociedad red, que es la sociedad en que vivimos.