16 octubre 2006

COLÓN, EL 12 DE OCTUBRE Y EL “CHILE FELIZ” DE TIRONI

COLÓN, EL 12 DE OCTUBRE Y EL “CHILE FELIZ” DE TIRONI

Más que continuar analizando lo que fue el llamado “Día de la Raza”, “Descubrimiento de América” y el hoy políticamente correcto “Encuentro de las Dos Culturas”, conviene destacar por qué se nos metió en la cabeza que podíamos ser felices. (Por María del Pilar Clemente)

Hace unos días se conmemoró el 12 de octubre. Cada año, parece sumergirse en una fecha menor, tanto para España como para América Latina o la “Íberoamérica”. Un hecho que, al inicio del siglo XX, solía ocupar portadas de periódicos y revistas en las capitales de Latinoamérica. Por supuesto, con fotografías y reseñas en relación a la Madre Patria, sus bailes, costumbres y desfiles.
Sólo después de los año ’70, luego de los movimientos de rescate popular, del folclore urbano, de los sueños bolivarianos que emergen cada cierto tiempo,, algunas de esas portadas incluyeron las figuras de la ceremonia “alternativa”: el recuerdo, el rito de los pueblos originarios aún vigentes.

Con la globalización e internet, las portadas de la actualidad ya no se detienen en el tema. La última gran cobertura correspondió a la celebración de los 500 años del descubrimiento en 1992, con la Feria de Sevilla, el famoso iceberg de Chile, el inicio de la democracia y el descenso del “evento” al hielo sin memoria de las fechas que hoy no son factibles de vender en el comercio a través de obsequios, restaurantes y espectáculos.

La oportunidad

En las nacientes repúblicas había cierto tufillo de odio hacia lo hispano, como guerrero-conquistador, pero no como agente cultural, que siempre fue sobrevalorado, según lo atestiguan escritos como los de Francisco Bilbao en su “Evangelio Americano” (1864) y su “Sociabilidad Chilena” (1844), a pesar de sus mensajes transgresores en contra de la jerarquía católica y de la alta burguesía heredera de ciertos adormilados vicios coloniales, el joven abogado de aquel Chile efervescentemente republicano no dejaba de admirar la obra civilizadora hispana, en cuando a la cultura y la lengua por sobre la “barbarie” indígena.

Sin embargo, este pensador y rebelde nacional, vislumbraba un excelente provenir para el continente. Así lo profetizaba en su “Evangelio Americano” escrito en Buenos Aires, poco antes de su muerte:

“Tu doctrina, Oh América, será el movimiento natural de la fuerza libre, determinado por la visión de la verdad- principio: es decir, la doctrina no de la amalgamación, confusión, unidad, comunismo, panteísmo, o cantidad continua inseparable como masa oceánica, pero sí, la doctrina de la individuación de todas las existencias dormitantes aún en el eterno pensamiento del progreso. La metafísica americana resolverá el problema terrible de la creación, dando el ejemplo todo americano, de ser un creador”(pág 101)

Esperanza latente

¡Convertirnos todos en creadores de nuestro destino y de nuestros conceptos de progreso! Una esperanza que empezó a desmigajarse con la llegada misma del navegante genovés a estas Tierras Ignotas, que él pensó eran las Indias.

Sin profundizar en el choque de las dos culturas, en el destino que tenía esta tierra con otro nombre y en otra lengua. No lo sé y dejemos que los historiadores se refrenden unos a otros con las teorías de la “leyenda negra” o la “leyenda blanca”.
Prefiero reflexionar sobre un nuevo documento que encontró la historiadora española, Isabel Aguirre, en los Archivos de Simancas, cerca de Valladolid. Se trata de un manuscrito que revela los primeros siete años de la llegada de los españoles al Caribe y donde aparecen 23 testimonios, donde diversas personas reclaman malos tratos, torturas y abusos de parte de Cristóbal Colón a sus subalternos, tanto europeos como indígenas.

¿Qué se puede esperar si, además de los problemas de adaptación entre pueblos originarios se incluye esta muestra que refleja la intolerancia del propio “descubridor” de las Américas?

Esto grafica que Latinoamérica aún tiene pendiente el problema de su germinación, de sus inicios y su “pie forzado” durante el siglo XIX en imitar el ritmo del progreso europeo y los estándares de los Estados Unidos, el más exitoso en cuanto a su “parada” como sujeto activo y constructor del nuevo mundo. No en vano se autoadjudicó el gentilicio “americano” como sinónimo de “estadounidense”, considerando que América, como territorio, engloba a todos los países que lo habitan.
Incluso, es importante señalar que la Constitución de los Estados Unidos, redactada el 04 de julio de 1776 por Thomas Jefferson, incluyó una frase que sorprendió a muchas naciones en el mundo en su tiempo, las que posteriormente, agregarían estas palabras en sus Cartas Fundamentales:

“Todos los hombres han sido creados iguales; que el Creador les ha dotado de ciertos derechos inalienables, entre los cuales figuran: la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”.

Era la primera vez que una nación manifestaba dentro de los derechos del hombre, la felicidad, eje central del sujeto individual de la Era Moderna.

El Chilean happy-hour

En octubre del 2006, el sociólogo y cerebro de la campaña política de Ricardo lagos, Eugenio Tironi, anunció la publicación de un libro: “Chile y la Ruta de la Felicidad”, donde advierte que nuestro país debería ser más proclive al modelo de desarrollo europeo que al estadounidense, para llegar a un destino de felicidad.
Es más, el profesional agrega que un objetivo de los gobiernos es hacer feliz a la gente y que el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), debiera incorporar cifras para medir la “tasa de felicidad”. Como el buen analista que fue de la Campaña por el No y la del Sí, que cuajó en el Plebiscito de 1988, cuyo resultado dejó fuera de juego a Pinochet, debió recordar Tironi aquella idea eje, el famoso slogan del NO: “La alegría ya viene”, bajo un gran arco iris primaveral. Es decir, la sonrisa, la felicidad siempre es un imán para los sueños de un país; una promesa eterna.


El tirano de la carabela
¿Qué tiene que ver la felicidad con Cristóbal Colón y el 12 de octubre? Salvando lo obvio, que el libro ha sido anunciado en octubre, un mes con fama de revoluciones mundiales, plebiscitos y elecciones en Chile... la verdad es que la relación se da en las palabras proféticas de Bilbao, en las que ensalza al sujeto individuo como creador de su historia, de su futuro. Se relaciona, con el problema de un continente que todavía no digiere su destino, a medio camino entre las tendencias económicas y culturales que siempre “otro” quiere darle. Para Tironi se trata de las pugnas de influencia entre Estados Unidos y de Francia, un país que propone como modelo para Chile.

Aunque admite que alcanzar un ingreso per capita de unos 2.000 a 3.000 dólaricos ayuda a la felicidad, señala el sociólogo lo siguiente, en cuanto a los factores que más infelicidad provocan en el país: “El materialismo ramplón. La filosofía ultraliberal de que todas las relaciones se reducen a un interés económico. Eso ha terminado por destruir vínculos familiares, barrios y ciudades. Es un proceso que es necesario contener y hasta revertir” (El Mercurio, Sociedad, 01 octubre 2006).

Familia y dinero

Según la encuesta realizada por la Consultora Cimagroup (Fuente Universidad de Leicester y El Mercurio) los factores que más producen felicidad a los chilenos son las redes familiares, la buena situación económica y las relaciones amorosas.
Los logros académicos son importantes desde los 13 hasta las 25 años, después, se reemplazan por ser padres, la familia y la vida en pareja.
Ya en cuarto lugar, figuran la casa propia y el desarrollo profesional y académico en los adultos.
No deja de ser curioso que muy atrás, en la cola, se encuentran los valores de la buena salud, el desarrollo personal y la vida espiritual. Lo que se contradice con la supuesta importancia que los chilenos le darían a la religión, según conceptos de Tironi. De esta forma, el sociólogo se sorprende un poco de que Chile haya crecido económicamente, sin bajar del pedestal a la familia.

Tal vez, la explicación la da él mismo, en cuanto a la falta del Estado de bienestar y el aprovechamiento del tiempo de ocio, más típico de los europeos y del cual se carece en el país. Así, la gran red de protección y ayuda, sigue siendo la familia.

¿hay un techo para la algo tan intangible como la felicidad? Según el sociólogo, el crecimiento al estilo croissant galo y el contar con mediciones e índices que hagan los gobiernos sobre este estado espiritual de los ciudadanos, podrían dar la respuesta.

Ya antes, el propio Cristóbal Colón no fue capaz de mezclar la tortilla de “patatas”(¿herencia bastarda americana?) con el ají en esta tierra que, obviamente, le quedó grande y por algo, no está enterrado en ella, sino que en Sevilla.
Por ahí, Simón Bolívar (siempre Bolívar) aventuró en los inicios republicanos de Sudamérica esta reflexión:

“Son derechos del hombre: la libertad, la seguridad, la prosperidad y la igualdad. La felicidad general, que es el objeto de la sociedad, consiste en el perfecto goce de estos derechos”

Quizás Eugenio Tironi descubrió la pólvora....¿alguien del curso quiere dejarse medir con su “cajita feliz” para las estadísticas de nuestro querido Tironi?


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